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Si hubieran ganado los ‘republicanos’ el genocidio hubiera sido millonario, digno de Stalin (1)

Redacción




Enrique de Diego.

Viernes, 25 de agosto de 2.018, informativo de mediodía de Antena 3, Matías Prats Jr, hijo del mayor icono mediático del franquismo, desgrana con afectada moderación los planes del Gobierno de Pedro Sánchez para la profanación de la tumba de Francisco Franco, al que la familia Prats tanto le debe. Nada más concluir se pasa a un reportaje. Se trata de Paterna, Valencia, en cuyo cementerio se informa de que hay una fosa común con restos de fusilados por el régimen franquista en la postguerra. Salen dos entrañables ancianas, emocionadas, una de ellas dice que le quitaron a su padre cuando tenía 3 años. No se informa ni tan siquiera del nombre del ajusticiado, ni de las circunstancias, pero resulta obvio que la concatenación de los temas trata de producir en el espectador la especie altamente manipulada de que Franco fue un represor justiciero de demócratas pacifistas. El esquema de Antena 3 ese viernes ha sido muchas veces repetido y constituye una grosera manipulación.

La Ley de Responsabilidades Políticas del 9 de febrero de 1.939, sobre la que se fundamentó la represión franquista de la postguerra, se estableció sobre el principio de responsabilidad personal, por hechos, no por clase, status, posición, profesión o cualquier criterio colectivo. Es decir, no se aplicaba la pena de muerte a los delitos políticos propiamente dichos. No se mataba, por ejemplo, a comunistas, sino a comunistas que hubieran asesinado. Tenía que estar probado la existencia de delitos de sangre. Sólo se estableció una responsabilidad colectiva en el caso de la masonería para quienes ostentaran un grado superior al 18.

Los ‘republicanos’ perdieron la guerra en buena medida porque la libraron con criterios políticos. Es decir, pensaban en las posiciones de poder, en la lucha ulterior, al final del conflicto. Desde la primavera de 1.937, el poder real en las posiciones clave de la represión se detentaba desde la Embajada soviética, por unidades de la NKVD y la OGPU, al mando de Alexander Orlov. Juan Negrín, un profesional de la alta burguesía, sin base social y con groseras costumbres, era un pelele de los comunistas; cuando adujo que no tenía popularidad para ser primer ministro, los comunistas del Comintern le respondieron que la popularidad podía crearse. Eran unos maestros en materia de propaganda.

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Si hubieran ganado los ‘republicanos’, la represión se hubiera ejercido con criterios de responsabilidad colectiva; es decir, no por los hechos de la persona, sino por su condición o clase: burgués, falangista, sacerdote, etc. Por pertenecer a una clase contrarrevolucionaria, según los criterios totalitarios marxistas.

Podemos hacernos una idea del genocidio digno de Stalin (significado: acero) , y superior al de Hitler, que hubiera significado el triunfo de los ‘republicanos’ con el caso del obispo de Teruel, Anselmo Polanco, quien, junto con otros 40 prisioneros, fue llevado, tras la caída de Barcelona, hasta la frontera con Francia en el mes de febrero de 1.939. Se trata, pues, de un momento en el que los ‘republicanos’ ya han perdido la guerra y que están a punto de dejar de ser combatientes entrando en Francia. En la raya de la frontera, el comandante comunista Pedro Díaz mandó fusilar, el 7 de febrero, al obispo –se le había mantenido con vida hasta allí como rehén para negociar en caso de ser sorprendidos por los nacionalistas- y a los 40 prisioneros. El obispo no había hecho otra cosa que ser obispo.

Padre Poveda, fusilado en agosto de 1.936.

Vamos a extrapolar comportamientos de responsabilidad colectiva que los ‘republicanos’ siguieron a lo largo de la guerra. Asesinaron a todos los obispos que cayeron en sus manos -13-, a todos los monjes, monjas y sacerdotes.

Al comienzo de la guerra, en España había 20.000 monjes, 60.000 monjas y 35.000 sacerdotes. Si restamos los 16.000 religiosos y sacerdotes que asesinaron entre 1.936 y 1.939, hubieran matado a otros 99.000. En el caso de las personas consagradas, eran asesinadas tanto por comunistas como anarquistas.

Los ‘republicanos’ también asesinaron a los laicos católicos destacados y a cuantos falangistas cayeron en sus manos. Los camisas azules que lucharon en la contienda en las 147 banderas de Falange fueron 300.000, que de caer en manos ‘republicanas’ hubieran sido pasados por las armas sin contemplaciones.

El general Ortiz de Zárate, hecho prisionero en Guadalajara, y luego fusilado.

En Paracuellos del Jarama, se asesinó a toda la oficialidad que estaba prisionera. La oficialidad del bando nacional superó los 14.000 y entre 28.000 y 30.000 alféreces provisionales, especialmente comprometidos, que, sin la más mínima duda, hubieran sido asesinados. Tenemos el ejemplo de lo sucedido con la oficialidad del ejército polaco masacrada por los comunistas en Katyn.

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Todos los moros que caían en manos de los ‘republicanos’ eran pasados por las armas (como sucedía con los miembros de las Brigadas Internacionales en el bando nacional) y estamos hablando de 75.000. Hemos de suponer que los 40.000 italianos habrían sido evacuados y también los 5.000 de la Legión Condor, porque, en otro caso, hubieran sido fusilados.

De los tercios de requetés los efectivos fueron de 60.000, que tanto por católicos como por combatientes, hay pocas dudas de que habrían sido pasados por las armas.

Cuatro monjes benedictinos fusilados.

Estos ‘colectivos’, que fueron asesinados en la retaguardia con voluntad de exterminio, suman hasta el momento 578.000.

Establezco alguna duda pequeña respecto a los miembros del Ejército de África que eran 47.127.

Según los criterios estalinistas, y era Stalin quien mandaba en la España republicana desde la primavera de 1.937, ordenando la purga del POUM, anatemizados como trostkystas, tendrían que ser asesinados los kulaks, los agricultores propietarios de tierras (asesinó a 10 millones en Rusia); es decir, terratenientes y cualquier propietario, medio o pequeño, que se opusiera a la colectivización del campo. Aquí ya resulta difícil extrapolar.

Hemos hablado de los religiosos, pero también sacristanes, miembros de la Acción Católica, de organizaciones piadosas, hubiera sido asesinados puesto que “la religión es el opio del pueblo”, según la máxima de Karl Marx.

Fusilamiento por los ‘republicanos’ de un prisionero del bando nacional.

Los asesinables en un primer momento superan el 1.500.000 de personas y se aproximan a los 2.000.000.

Esto en lo referido al bando nacional, porque los crímenes no se hubieran quedado ahí, sino que se hubieran extendido al propio bando ‘republicano’, como veremos en el próximo análisis.

Es cierto que en un memorable discurso, el 18 de julio de 1.938, Manuel Azaña, presidente de la República, desgranó el triple lema de “Paz, Piedad, Perdón”. Pero a esas alturas, Azaña era un mero florero, que tenía muy claro que sería fusilado de los primeros de ganar la guerra los ‘republicanos’, o así se lo confesó a su conmilitón el gran historiador Claudio Sánchez Albornoz.

Si llegan a ganar los republicanos, el genocidio hubiera sido digno de Stalin.