Editorial.
Pedro Sánchez ha puesto muy elevado el listón ético. Ha exigido responsabilidades muy altas a los demás. Ahora le toca a él tomar medidas de manera urgente e inaplazable: el esotérico ministro de Cultura y Deportes, Màxim Huerta debe ser destituido de inmediato, pues no está dispuesto, manifiestamente, a dimitir, bajo la excusa de que está al corriente con Hacienda desde hace 10 años.
Con la Sociedad Limitada Almaximo Profesionales de la Imagen SL defraudó a la Hacienda públic 218.322 euros, correspondientes a los ejercicios 2.006, 2.007 y 2.008, por los que fue condenado a pagar 366.000. No sólo tributó indebidamente a través del Impuesto de Sociedades y no del IRPF, sino que se dedujo 148.702 gastos injustificados, relacionados con su segunda vivienda. Las sentencias establecen que no se puede «apreciar buena fe en su actuación«.
No hay mucho que debatir, ni que dar vueltas al tema. Este personaje está de más en un Gobierno, de cualquier signo, también en uno del PSOE que pretende subir impuestos a los ciudadanos.
La cuestión ya no afecta sólo a Màxim Huerta sino que interpela directamente a Pedro Sánchez.