Editorial.
Sería muy alentador que ETA se disolviera realmente, pero se trata de un cambio de estrategia, en el que la llamada «lucha armada» es sustituida por la estrategia política de conquista del poder a través de EH Bildu. A la búsqueda de publicidad, la banda terrorista ha emitido un comunicado en el que reitera «el desmantelamiento del conjunto de sus estructuras». En el texto se afirma que los ex militantes de ETA «continuará la lucha por una Euskal Herria reunificada, independiente, socialista, euskaldun y no patriarcal». Hete aquí que ETA se ha vuelto feminista y políticamente correcta.
El crimen es ahora un lastre para conseguir el objetivo de conseguir un Estado independiente, además de que las Fuerzas de Seguridad, y especialmente la Guardia Civil, fueron dando golpes decisivos a la cúpula etarra. A partir de ahora, el “principal reto” será el de “construir un proceso” en el que se aborden “tanto las consecuencias del conflicto” como “su raíz política e histórica”. En consecuencia, el objetivo es el de “materializar el derecho a decidir” para lograr el “reconocimiento nacional”, y que “ello conduzca a la constitución del Estado vasco”.
Lamentablemente, el Estado está mostrando una enervante debilidad no ilegalizando a EH Bildu que practica el terrorismo de baja intensidad, como se ha podido ver en las agresiones de Alsasua a dos miembros de la Guardia Civil, que están a la espera de sentencia. ETA-Bildu está en las instituciones, financiándose de los contribuyentes y no renuncia a sus fines, solo cambia de medios. Nunca debió existir esa pandilla de asesinos que sólo han traído dolor y crimen.