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Cristina Cifuentes, en la soledad mediática frente al «instinto de muerte» del PP

Redacción




Enrique de Diego.

Una sociedad que ha asistido, con escasa resistencia, a la esquilmación y el expolio, con casos tan tremendos como los EREs o Gürtel, ha entrado en uno de esos estados de histeria moral colectiva, siempre inducidos por campañas mediáticas, con un «máster de mierda en una Universidad de mierda«, como dice conceptual y escatológicamente Roberto Centeno. A años luz el caso de Cristina Cifuentes, donde -en todo caso- no hay daños a terceros ni dinero público, de la beca de Iñigo Errejón, cuyo estudio, por supuesto, no ha sido presentado y que era una especie de donación de dinero del contribuyente «en un sentido muy de andar por casa«, como expresa el propio Errejón, porque «la militancia no se sostiene del aire«.

Cristina Cifuentes, en la manifestación de Barcelona.

Es más que posible que la Universidad Rey Juan Carlos, y el Instituto de Derecho Público, consideraran un elemento de prestigio que la delegada del Gobierno tuviera un máster de esa Universidad. Se trata mucho más de un problema universitario que de uno político. Pero, de repente, la sociedad española parece haber despertado de un largo letargo y resulta que no soporta ni la mentira ni la duda, como, por lo demás, le están diciendo los medios, porque estamos, sobre todo, ante un linchamiento mediático.

No deja de entrañar esta ambientación de sensibilidad extrema una notable paradoja, porque Cristina Cifuentes siempre ha sido elevadamente mediática -coincidí con ella numerosas veces en programas de Intereconomía-, ha cuidado su presencia en las redes sociales, ha acudido a todas las llamadas de los medios. Ahora, sin embargo, es el objeto de una cacería en una enervante soledad mediática.

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Cristina Cifuentes cuenta con el respaldo del PP de Madrid. /Foto: elconfidencial.com.

Desde las elecciones catalanas, el Partido Popular sufre un acoso mediático, en el que en la jauría tratan de hacer méritos todos los lacayos apesebrados del PP. De repente, tras tanta adulación, el PP -y Cristina Cifuentes– no tiene quien le escriba, ni quien le defienda. Todos se han vuelto entusiastas propagandistas de Ciudadanos y de Albert Rivera que surca los mares llevado en la ola y con viento de empopada, de forma que la última encuestas de Gesop para El Periódico sitúa a una formación inexistente, sin cuadros ni militancia, con una financiación altamente irregular, una marca que funciona como una franquicia y que ha exagerado en su funcionamiento todos los males del sistema -actúa por delegación y no por representación- como el partido preferido por unos españoles que se mueven mediante espasmos catódicos: el 28,5% de los votos con una horquilla de diputados 110-114, mientras el PP se descalabra al 21%, entre 79-82, mientras el PSOE (20,5%, 75-79) y Podemos (18,1%, 55-59) quedan lejos.

Da la impresión de que los españoles se han cansado, hartado, del PP. El PP aburre. Está anémico y catatónico. Es un partido de burócratas sesteantes repitiendo el argumentario de los datos económicos. Sin proyectos ilusionantes, ni objetivos. Un partido que sestea, que no debate. La proyección amorfa de Mariano Rajoy. El PP está en caída libre y da toda la impresión de que ha perdido el instinto de supervivencia y que vive bajo pulsiones del freudiano «instinto de muerte».

Mar Blanco, Cristina Cifuentes y Manuela Carmena en el homenaje a Miguel Ángel Blanco.

En ese panorama, Cristina Cifuentes es la única que estaba demostrando fuerza vital. Sus colaboradores directos indican que vive entregada a su cargo y a sus funciones, con jornadas extensas y agotadoras. La que ha prácticamente eliminado el Impuesto de Sucesiones, que Ciudadanos quiere recuperar, y ha anunciado una bajada de impuestos en el tramo autonómico del IRPF. La que, también, se había trasladado a Barcelona a apoyar a los patriotas y había tenido un gesto significativo, en esa línea, el 12 de octubre. La que había destapado sin miedo la olla de la corrupción en el Canal de Isabel II y, recientemente, en la Ciudad de la Justicia. La única que estaba mostrando ideas y capacidad de iniciativa.

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Cristina Cifuentes. /Foto: elplural.com.

Así que Cristina Cifuentes, en su soledad mediática, frente al instinto de muerte del PP, se ha convertido en el objetivo a batir por una cuestión menor e irrelevante, magnificada a fuer de estrambótico ruido mediático. Cristina Cifuentes era y es un dique frente a Ciudadanos, ese partido inexistente, al que el Ibex 35 y los medios a su dictado han decidido llevar en volandas a La Moncloa, para que sirva a sus intereses globalistas. Dicen sus directos colaboradores que sería una lástima que saliera por la puerta de atrás, cuando había conseguido su objetivo vital. Es una mujer del PP, con 30 años de militancia, ahora amenazada por una moción de censura en la que Ciudadanos entregaría Madrid al PSOE y a Podemos, firmando de esa manera su sentencia de muerte.