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Andrea Janeiro tiene todo el derecho del mundo al anonimato

Redacción




La chirigota de Cádiz que se pasó tres pueblos.

Yolanda Cabezuelo Arenas.

Hay títulos de películas que permanecen en la memoria colectiva en forma de frase hecha; ¿Pero qué he hecho yo para merecer ésto?, de Almodóvar, viene al pelo en la cuestión de usar a Andrea Janeiro como objeto de mofa, en ese templo de la Libertad que es -o debería ser- el Teatro Falla de Cádiz. Según la agrupación sevillana «una corrida en tu cara«, la muchachita es «horrenda«, y habría que pixelarla hasta los 30.

Lo de pixelarla viene a cuento del aluvión de críticas que recibiera Andrea Janeiro al cumplir los 18 años, también por su aspecto físico. La mayoría de edad fue como abrir la veda: ya no era una niña, y la ley no obligaba a pixelar su imagen; miles de marujas de ambos sexos pudieron satisfacer su curiosidad sobre cómo era en realidad Andreíta, y había hasta codazos de complicidad en los corrillos de bares y en las peluquerías de barrio: «Anda que no es fea, la pobre«… Y lo peor es que las críticas más feroces las ha escuchado quien suscribe de gente a cuyo lado resulta Andrea Janeiro como la Venus de Boticelli.

Es verdad que, mientras era niña, Andrea Janeiro ha estado hasta en la sopa; pero no lo es menos que no ha sido por voluntad propia. Incluso a su madre, tan dada a airear conflictos familiares, hay que reconocerle que jamás ha dado datos de la intimidad de su hija, ni de si tiene o no tiene algún problema, por la sencilla razón de que no es un asunto en el que nadie tenga por qué meter las narices.

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Lo de la barbilla lo supimos por algún atisbo entre píxeles y por Carmen Lomana, que no entendía por qué la Esteban no llevaba a Andreíta a un cirujano maxilofacial. A la Lomana nadie le daba vela, pero allá que soltó el comentario; y por lo visto sin informarse de que hay que esperar a que haya terminado por completo el desarrollo para someterse a una operación de estas características.

Andrea Janeiro con su madre, Belén Esteban. /Foto: lecturas.com.

Por lo visto nadie tiene en cuenta que Andrea Janeiro es un ser independiente, con todo el derecho del mundo al anonimato; aunque su padre sea Jesulín de Ubrique y su madre Belén Esteban. La fama de los padres es asunto de los padres, pero de ninguna manera tienen que heredarla los hijos si éstos quieren llevar una vida normal y corriente; y por eso los abogados de Andreíta exigen que se retire la chirigota donde se hace burla de ella, con toda la razón y todo el derecho del mundo.

«Es que al rey (emérito) lo han puesto fino, y no se queja«… hombre… es que faltaría más. El rey emérito ha dado motivos más que sobrados para chirigotas y hasta para levantar a Quevedo de su tumba; ¿pero está chiquita qué ha hecho?

Por lo poco que ha trascendido de Andrea Janeiro, se ve una niña responsable; estudiosa; consciente de la necesidad de preparar su futuro; y con un tesoro que se echa de menos en gran parte de la juventud de ahora: una mirada limpia; de buena persona; de chica bien formada y bien educada.

Habría que ver cuántos de los miembros de la comparsa, y cuántos de los que han disfrutado burlándose de Andrea Janeiro, tienen hijas más feas que Picio, o que no dan un palo al agua, o más putas que María Ventura. A ver si les gustaría que les hicieran una cancioncilla…