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La manipulación del lenguaje como arma de estupidización masiva

Redacción




Yolanda Couceiro Morin.

Yolanda Couceiro Morin.

A much@s nos sorprende la ausencia, en el debate político, de un tema tan grave y urgente como la inmigración masiva y descontrolada, la tercermundización de Europa y la sustitución poblacional (que conlleva una sustitución cultural, de ahí lo de tercermundización)… Llama poderosamente la atención que ningún partido del abanico político español se atreva a llevar en su programa la exigencia de un debate social en el que se aborde el tema de la inmigración masiva desde el único punto de vista que realmente nos interesa: el de cómo afecta al pueblo español, no sólo en el orden económico, sino también en el social (aumento de la delincuencia, ayudas que se pagan a inmigrantes en detrimento de las ayudas dadas a españoles, impacto en el mercado laboral y la política salarial, etc). Algunos partidos incluyen menciones -siempre tibias y descafeinadas- a la inmigración ilegal, pero apenas se atreven a pasar de ahí. Sin embargo, la creciente islamización, ni siquiera encubierta, de nuestra sociedad, que se somete a la ley sharia en muchos aspectos por «no ofender a los musulmanes«, relegando nuestras tradiciones a la prohibición con la esperanza del olvido y la sustitución por otras ajenas a nosotros, convierten este inexistente debate en algo realmente urgente.

Una sociedad que vive en un mundo irreal

No es, por supuesto, la ausencia de debate, el único problema que enfrentamos: la mayor parte de la sociedad vive en una realidad paralela, en un mundo irreal, inmersa en una fantasía que no traerá buenas consecuencias para nadie. Pero que estallará más tarde o más temprano, como ha sucedido en Cataluña en otro orden de cosas. Y lo menciono por ser algo relativamente reciente: durante 40 años, cualquier voz disidente sobre la supuesta normalidad de la situación en Cataluña era desacreditada, marginada, perseguida. Nadie podía hablar de adoctrinamiento sin sufrir graves consecuencias. Pero ahora, cuando la realidad ha estallado, todo el mundo reconoce que «esto venía pasando» desde hacía tiempo. Con la islamización y otras graves y nefastas consecuencias de la inmigración masiva y la sustitución poblacional y cultural que de ello deriva ocurrirá otro tanto algún día…, cuando sea tal vez demasiado tarde para hacer otra cosa que levantar acta de la ruina total de nuestra sociedad y el derrumbe irreversible de nuestra civilización.

Invasión. /Foto: lanuevacronica.com.

Que esta inmigración masiva -invasión controlada y fomentada por nuestros gobiernos al servicio de intereses no confesados y círculos de poder en la sombra- es el fin para nosotros, no cabe la menor duda. En Dinamarca, Bélgica, Reino Unido, Francia, Suecia y otros países hay barrios que se dan por «perdidos». Ni la policía se atreve a entrar en ellos, aunque por otro lado da lo mismo, ya que viven bajo la sharia y no reconocen las leyes del país que les acoge…

El engaño de la multiculturalidad

Pero al igual que los medios de comunicación han estado al servicio, por pasiva o por activa, del nacionalismo catalán, adoctrinando a la gente en sus «verdades«, incluso aunque esas «verdades» sean irreales, absurdas o incluso perjudiciales para quienes las reclaman, los medios del Sistema nos adoctrinan continuamente sobre las bondades de la multiculturalidad, que ya se ha comprobado que es una falacia, un engaño, y aún así se sigue «vendiendo» como algo bueno y deseable; nos adoctrinan sobre los «pobres inmigrantes llegados en busca de un futuro mejor», cuando vemos que en la mayoría de los casos no es así ni mucho menos. Y sin embargo ¿es imaginable siquiera un programa de televisión en el que se rechazara la política de acoger «refugiados«, que cuestionará la pertinencia de abrir sin restricción nuestras puertas a la inacabable humanidad que presiona por entrar? Imposible. Y así con todo lo demás. No hay pluralismo ideológico: ya se encarga el sistema de imputar por «odio» a los que disienten, a los que dudan, a los que advierten, a los que cuestionan, a los que critican, a los que se oponen…

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Esa especie de «mundo paralelo» que nos presentan los medios está pervertido, ciertamente, en el sentido de que han cambiado los valores: lo malo se hace bueno y noble, lo bueno y noble se presenta como malo… En definitiva, la realidad se sustituye por la ideología, y no se puede ir más allá de eso. Si la realidad choca con la ideología, es la realidad la que está mal, o es tu percepción de la realidad la que está mal, pero nunca la ideología. Y no hay más que un camino para salvarse: reconocer que es la ideología lo que está mal, y que por tanto no sirve.

Un ejemplo metafórico de lo que quiero decir: en los medios nos repiten una y otra vez que «el fuego moja», «el fuego moja», «el fuego moja»… Pero cuando la casa se quema por acción del fuego, la gente que creyó lo que decían los medios se encuentra en un conflicto entre la realidad y la ideología: si el fuego moja ¿por qué se ha quemado la casa?. En vez de concluir que es la ideología la errada, que ésta es una mentira, que nos han engañado, concluyen que la realidad está mal: este fuego era «un caso aislado», este fuego ha sido «un hecho puntual«, este fuego «estaba en tratamiento psiquiátrico«, llevando al colmo del absurdo mi ejemplo. Sustituyamos «el fuego moja» por «la multicultura enriquece», «la inmigración es necesaria» o cualquier otra cosa que se nos ocurra, y llegamos a los extremos estúpidos de tener cientos de casos aislados cada día, cientos de hechos puntuales, cientos de personas en tratamiento psiquiátrico, unos desequilibrados muy precavidos, que salen a la calle debidamente equipados par el caso de que les diera el «ataque«, con un cuchillo o un hacha, o un camión, para matar gritando «Allahú Akbar«.

Y que nadie se atreva a levantar una voz crítica y disidente, porque en seguida se verá imputado por odio, ya se encarga el Sistema de no permitir para nada la pluralidad ideológica y el debate que no interesa. Y no interesa porque evidentemente mucha gente se convencería de que nos están engañando. Interesa que la masa siga pensando que el multiculturalismo enriquece, que existen «pobres refugiados» que vienen buscando una vida mejor y que nos espera un futuro maravilloso conviviendo todos juntos, donde todos nos relacionamos en paz y armonía, enriqueciéndonos mutuamente con las «maravillosas» costumbres de los «nuevos europeos», suprimiendo y prohibiendo nuestras viejas y rancias costumbres, eso sí.

Los medios, ejecutores

El lenguaje se ha convertido en la nueva arma de estupidización masiva, y los medios en los ejecutores, al estilo más puramente orwelliano, de este nuevo orden en el que los valores están pervertidos. Primero, se da un sentido nuevo y diferente a un término cualquiera, por ejemplo, el término fascista. Literalmente significa «persona que sigue la ideología del fascismo». Muy poca gente sabe qué es el fascismo, por descontado. Pero no importa en absoluto: ya le dan un significado nuevo. Fascista es, más o menos, toda persona supuestamente intolerante, retrógrada, racista, xenófoba, es decir, todo aquel que representa todo lo que el Sistema da por malo. Cuando se llama fascista a alguien no se le dice que está siguiendo la ideología fascista, se le está llamando todo lo demás. Y así con muchos más conceptos. En realidad esto es una «neolengua«, es decir, un lenguaje no oficial, cuya única finalidad es la manipulación de las personas.

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Vamos con algunos ejemplos de esta neolengua. Por obra y gracia de los medios, ser solidario es ser solidario con los de fuera, solo y exclusivamente. Si eres solidario con los tuyos, se te llamará fascista, que, como hemos visto, lleva unas connotaciones negativas que muy poca gente están dispuesta a soportar. La masa, ignorante y acrítica, acaba interpretando que ser solidario con los de fuera es bueno y ser solidario con los de dentro es malo, por «fascista«. A eso hemos llegado. Perversión del lenguaje, inversión de valores total y radical, y aceptada por todos. Otro ejemplo: por obra y gracia de los medios, el terrorista es una pobre víctima de las circunstancias, de sus creencias, de la manipulación de sus líderes, y hay que tratarlo como tal, es decir, como víctima. Si alguien plantea que un terrorista es un asesino, y que como tal debe ser tratado, no faltarán medios que lo tachen de intolerante, de insolidario, de fascista… Si se demuestra que una mujer maltrata a un hombre y se cuestiona la ley de violencia de género (por discriminatoria con la mitad del género humano, los hombres), en seguida saltarán a la yugular de quien lo haga, porque no interesa reconocer que hay hombres maltratados también: eso no se traduce en subvenciones. Si los recién llegados invaden nuestra cultura con costumbres ajenas a nosotros, debemos respetar tanto a los intrusos como aceptar sus modos de vida, aunque ellos manifiestan a cada momento su desprecio a nuestras tradiciones y la superioridad de las suyas, y por tanto, la convicción de que deben imponerlas, como ya está pasando.

Víctimas en Las Ramblas. /Foto: lavanguardia.com.

El Sistema se defiende a sí mismo de una doble manera del pensamiento crítico, disidente y racional: si alguien acaba ejercitando sus neuronas y ve que nos están engañando, que la realidad no es la que nos cuentan, ya está previsto lo que hay que hacer. Primero, como a los pecadores públicos de antaño, colgarles un sambenito al gusto actual: «fascistas», «xenófobos», «racistas», etc. Mucha gente ya no se atreve a dar el siguiente paso, por miedo a salir del redil. Pero si a pesar de todo alguien insiste, el Sistema recurre a otro argumento: la sensiblería (que no sensibilidad) para seguir engañando. Niños y mujeres en pateras, pidiendo ayuda a los europeos, cuando la realidad es que la inmensa mayoría de inmigrantes que vienen son hombres jóvenes, en perfecto estado de salud y capaces de trabajar. Ninguna ley puede obligarte a dedicar tu tiempo o tu dinero a la lucha por la supervivencia de la foca ártica o la reproducción del cangrejo malabar, por poner dos ejemplos. Elegir una causa u otra es asunto de formación, sensibilidad, valores religiosos o éticos, la personalidad de cada uno o su entorno…, pero el Sistema ha hecho del tema inmigración/refugiados (y de muchos otros) una cuestión social, y no apoyar esa causa convierte automáticamente al transgresor en poco más que un desecho social, un réprobo, un enemigo del género humano.

Ante esta perversión/subversión de valores no hay mucho que hacer. O la gente se da cuenta de que la están manipulando y engañando (no sólo falseando la realidad, sino con el uso del «neolenguaje» que he explicado) o no hay nada que hacer. Y ya decía aquel sabio que es mucho más fácil engañar a la gente que convencerla de que están siendo engañadas.