Enrique de Diego.
Ni tan siquiera a finales de enero, como se dijo en un principio, el 21 de diciembre, de forma que la aplicación del artículo 155 sea cosmética, superficial e ineficiente, sin intervenir TV3, sin tocar la educación, porque la burguesía separatista tenía urgencia en frenar la sangría de una alocada aventura que ella había alentado y de la que se había lucrado. Con el concurso del PP, el partido menos votado en Cataluña, Ciudadanos, emocionado de llevar a la presidencia de la Generalitat a Inés Arrimadas, y el PSOE del plurinacional Pedro Sánchez.
¿Hacia dónde vamos? ¿Hacia donde se nos lleva en un ataque de nervios, en un cortoplacismo ayuno de patriotismo y convicciones? Mariano Rajoy ha entregado la llave de la gobernabilidad en Cataluña a Ada Colau y sus comunes. La hipótesis de una victoria de los llamados constitucionalistas no tiene base real, no cuadran los números, no se mueve en el terreno de las expectativas.
El pacto oscuro entre Mariano Rajoy y los multimillonarios catalanes que han estado jugando al separatismo hasta que, como dijo Andreu Mas-Colell, «hemos tenido que afrontar boicots de dimensiones de que no esperábamos«; el engaño de la burguesía separatista a un presidente del Gobierno débil y cortoplacista, ha tenido un fallo táctico. Se esperaba, casi se confiaba que la CUP se lanzara a la algarada y permitiera a los mossos esmerarse en la represión para recuperar legitimidad -ahora, como si no hubiera pasado nada, según Zoido, van a ser la policía de todos los catalanes- y que la CUP saliera del escenario. Pero, tal y como ha afirmado, Nuria Gibert, portavoz de la CUP, «no descartamos presentarnos el 21 de diciembre porque no descartamos nada, y esto lo tiene que decidir la militancia».
Así que para el viaje precipitado de Mariano Rajoy y Soraya Saénz de Santamaría no se necesitan ningunas alforjas. El ninguneo al patriotismo puede llevar a un desastre sin paliativos. Mariano Rajoy ha entregado, deprisa y corriendo, que hay que montar la siguiente mascarada de los Presupuestos con el PNV cobrando el voto, la llave de la gobernabilidad de Cataluña a la cipaya de la sedición, Ada Colau y a sus Comunes.
Según la encuesta de El Mundo, que se mueve, por lo demás, en el terreno de lo previsible, el partido más votado sería Esquerra Republicana de Cataluña, con una horquilla de entre 41 y 43 escaños (26,4% de los votos). En el bloque sedicioso, iría después el PDECat, con entre 13 y 15 escaños (9,8% de los votos), un fuerte varapalo, y, con importante descenso, la CUP, con 7 escaños (6,3%). El bloque sedicioso perdería la mayoría absoluta. Pero el constitucionalista no la ganaría: Ciudadanos sería el más votado con entre 26 y 28 escaños (19,6%), seguido del PSC, con entre 20 y 22 escaños (11% de los votos) y a la cola el PPC, con entre 10 y 12 escaños (8,71%).
Así que, en ese escenario, la llave de la gobernabilidad la tendrían Ada Colau y los Comunes -«son elecciones excepcionales, que no nos gustan, pero creemos que hay que presentarse para restablecer la normalidad democrática en Cataluña«, ha dicho la alcaldesa de Barcelona- que presentarán como candidato a Xavier Domenech. Ada Colau ya ha hecho su opción por los separatistas y por ahí anda el eco de la astracanada del nini -ni DUI ni artículo 155- de Pablo Iglesias: ¡Visca Cataluña libre y soberana!
Así que el horizonte previsible del 21 de diciembre es Oriol Junqueras, el sedicioso, de presidente de la Generalitat y los Comunes con la propuesta de un «referéndum pactado«. Hete aquí que la conjura de Jaume Roures puede triunfar; va camino de ser exitosa.
Cierto, que Podemos es, a día de hoy, una jaula de grillos, pero unos grillos que coinciden en su odio a España, con Albano Dante Fachín, uno de esos hispanoargentinos que en vez de estar agradecidos a la acogedora España aspiran a destruirla, haciendo carreras para ser el más separatista, y al que Pablo Iglesias y la dirección han desautorizado convocando un referéndum interno para que Podem se sume a los Comunes. Y con los anticapitalistas reconociendo a la «nueva república catalana«.
Y con una Generalitat en manos de Oriol Junqueras, con Ada Colau de aliada, con una Comisión en el Congreso estudiando la reforma constitucional para agradar a los sediciosos, ¿es descartable que el PSOE opte por la moción de censura para desbancar a Mariano Rajoy?
¿Está cavando Rajoy su propia tumba? Lo que está haciendo, cuanto menos, es jugar de manera frívola e irresponsable con la unidad de España. Atentos, patriotas: el peligro no ha pasado, sino que ha aumentado.
Escándalo: Todo sobre el pacto oscuro de Mariano Rajoy con la burguesía separatista