Miguel Sempere.
La república catalana ha durado menos que un merengue a la puerta de un colegio y se ha disuelto entre la cobardía, el oprobio y la vergüenza. Carles Puigdemont ha huido a Bruselas, y jugando al gobierno en el exilio se ha hecho acompañar por Joaquín Forn, Meritxell Borràs, Antonio Comín y Dolors Bassa. No ha hecho falta el general Batet. Han puesto pies en polvorosa. En el día de la infamia, de la declaración unilateral de independencia, Puigdemont fue un manojo de nervios y un océano de debilidad, convocando y desconvocando comparecencias; en el Pleno de la votación secreta de la independencia fue incapaz de dar la cara, sólo se dirigió brevemente, sin fuerza vital, a los alcaldes.
Hasta gana credibilidad la salida de pata de banco del secretario de Estado de Bélgica de migración y asilo, Theo Fracken dispuesto a dar asilo político a Carles Puigdemont. Abandonados por los mossos, algunos de los cuales tienen expedientes abiertos por su actuación el 1 0, sin escoltas, el gobierno sedicioso es una panda de peleles que sonrojan.
El único conseller que ha acudido a su despacho ha sido el de Territorio y Sostenibilidad, Josep Rull, que se ha hecho la foto y conminado por los mossos a abandonar la poltrona, a puesto pies en polvorosa y ha tenido que huir en taxi, pues ya no tiene coche oficial. El daño provocado va a hacer que se les cierren todas las puertas: la burguesía catalana está que trina y no perdona.
El fiscal general del Estado, José Manuel Maza ha presentado querella por sedición, rebelión, malversación y delitos conexos. Puigdemont podría enfrentarse a penas de 30 años. Su huida indica un temor reverencial a seguir la suerte de los Jordis, que van a pasar, previsiblemente, años en Soto del Real. Maza abre la puerta en su querella a la petición de prisión provisional y solicita 6.207.450 euros. Ruina y cárcel.
A Carme Forcadell le ha entrado el cangelo y se ha mostrado de lo más sumisa suspendiendo la Junta de Portavoces puesto que lo que está en suspenso es el Parlament.
Como resume Xavier Rius, en enoticies: «Ya os vale. Habéis dejado un país trinxat, exhausto. Dividido por la mitad. La historia os juzgará a todos pero espero que antes lo hagan los electores. Los catalanes deberemos recuperar antes que nada la confianza en nosotros mismos. Han llevado Catalunya al desastre. Al puto desastre».
Por lo demás, ya son más de 1.800 empresas las que han abandonado Cataluña. Tanta cobardía dibuja un paisaje patético y bochornoso.