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El fracaso de los servicios sociales y de los «nous catalans»

Redacción




Imagen de Las Ramblas tras el atropello: un muerto. /Foto: enoticies.cat.

Enrique de Diego.

Estos niñatos terroristas acomplejados capaces de hacer lo más fácil del mundo: asesinar a personas indefensas, no eran unos marginales, sino unos mimados del sistema, mascotas de ese ente destructivo de la sociedad que se esconde detrás del pomposo nombre de «servicios sociales«.

Se ha gastado en ellos una cantidad ingente de dinero del contribuyente, con educación y sanidad gratuita. Uno de ellos, el más sanguinario, cobraba 2.000 euros en una empresa de la Generalitat y era propietario de un piso VPO. Eran de los «nous catalans«, a los que Pau Claris o Enric Prat de la Riba, no reconocerían, pero a los que Carles Puigdemont y los separatistas quieren tener alimentados con subvenciones -«les pagamos el agua, la luz y los vales del supermercado«, como dice un vecino de Ripoll- para que les voten y les apoyen en la secesión. Pero, algunos, como se ha demostrado, lo que quieren es matar a los catalanes de Pau Claris y de Prat de la Riba.

Raquel Rull, educadora social de Ripoll, ha tenido la desfachatez de hacer pública una carta patética en la que se muestra traumada como una especie de madre sustituta. No hay más perverso testimonio del fracaso de toda una política y de un modelo de sociedad. Nunca había sentido tantas ganas de vomitar intelectualmente que ante este exhibicionismo de fracaso relativista.

Todos los asesinos, todos estos niñatos criminales, han pasado por las ñoñerías relativistas de Raquel. Enumera sus nombres: «es una pesadilla«. Toda la estupidez de esta madre sustituta con dinero público se resume en: “¿Cómo puede ser, Younes? No he visto a nadie tan responsable como tú…” El tal es el que hacía eses para matar al mayor número de gente, niños entre ellos, y el que le asestó una puñalada mortal a Pau Pérez, un ingeniero, cooperante en Haití. Un pozo de odio y de fanatismo.

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¿Qué tenía que ofrecer Raquel Rull, qué vendía, que principios inculcaba, en qué ha fracasado? Su fracaso es completo y originario: «Ni dioses, ni banderas, ni religión«. El globalismo en toda su estúpida crudeza; la eliminación de cualquier identidad que no sea el sueldo de estos educadores sociales que en nada educan y todo lo destruyen.

Carta abierta al miserable de Carles Puigdemont