Enrique de Diego.
La maquinaria mediática ultrasubvencionada del separatismo se ha puesto a hacer horas extras para negar las realidades más evidentes. La Vanguardia titula que «la popularidad de los mossos aumenta tras sus actuaciones en los atentados«. Puede tratarse de un síndrome de Estocolmo colectivo, de una sociedad desarmada y traumatizada, o de una estricta campaña propagandística, porque, en realidad, la conclusión lógica es que lo mejor que se podía hacer es disolver los mossos.
Los mossos son una fuerza armada, pero no una fuerza policial con capacidad de investigación y sin información. No se han enfrentado a terroristas consumados y preparados, sino a un grupo de jóvenes fanatizados sin pericia; una serie de niñatos consentidos por los servicios sociales, a la búsqueda de su identidad como vulgares y toscos asesinos. No es preciso aplicar el «manual del perfecto terrorista» porque no hay ninguna base: todo ha sido una chapuza en los terroristas y más aún en los mossos.
Y, si bien, todo atentado es un fracaso policial, en este caso es manifiesto que pudo haberse evitado, que la muerte de 15 personas nunca debió producirse si los políticos y los policías separatistas catalanes hubieran tenido la más mínima preocupación por la sociedad real y no por sus quimeras. En los mossos tampoco se puede aplicar el «manual del perfecto policía», porque su gestión ha sido hirientemente chapucera.
1.- Por de pronto, hubiera bastado una actuación rápida en el chalet de la urbanización Montecarlo de Alcanar para que hubiera sido posible parar la masacre de Las Ramblas. La explosión que se lleva por delante a dos terroristas y hiere a un tercero hubiera precisado una actuación rápida. De hecho, el herido, Mohamed Hoali Chemlal, hubiera podido poner en la pista de manera inmediata, pero los mossos actuaron de manera lenta y negligente. Rechazaron la colaboración de los TEDAX de la Guardia Civil más experimentados. No se hace en un primer momento un registro ocular serio -ni tan siquiera se localizan las 106 bombonas de butano- y se trata, y así se hace público, como una posible explosión en un laboratorio de drogas, lo que indica que ni tan siquiera se identifica el explosivo. Sólo tras los atentados se acelera la gestión, se cae en la cuenta de la relación y se cae en la cuenta de que entre los muertos puede estar Abdelbaki es Satty, el imam integrista de Ripoll, jefe intelectual de la trama.
2.- El dato más claro de la chapuza de los mossos, y de su jerarquía política es la negativa a poner bolardos o maceteros en Las Ramblas, tal y como en circular de diciembre de 2016 recomienda la Comisaría General de Seguridad Ciudadana del Cuerpo Nacional de Policía. Ésta es una cuestión que interpela a toda la clase política gobernante catalana, tanto al Ayuntamiento de Barcelona como a la Generalitat. «Los espacios públicos deben protegerse con macetones o bolardos«. Se acaba de producir la masacre del mercadillo navideño de Berlín, que mimetiza la conducta de la masacre del Paseo de los Ingleses de Niza. ¿Por qué esa postura? Puesto que lo indica el Cuerpo Nacional de Policía se adopta una posición paranoica separatista de competencias: los mossos han desconectado. Pero, sobre todo, lo más grave es que se establece que Cataluña no es objetivo terrorista. Los mossos participan de la gran mentira colectiva de la sociedad catalana de que es un paraíso de la diversidad con los «nous catalans» y es un falso ejemplo de multiculturalidad e integración. Es el mensaje que han estado lanzando los responsables de la Generalitat, como Frances Horms y Neus Maté, que han pedido no «estigmatizar» incluso a las mezquitas salafistas, una de cada tres en Cataluña. Ésta tiene una falsa imagen de sí misma y los mossos participan de una ceguera autosuficiente y suicida.
3.- El asesino Younes Abouyaaqoub recorre seiscientos metros criminales sin ninguna respuesta policial. El asesino puede bajarse y consigue superar la operación Jaula: será encontrado a 45 km. de Barcelona, en Subirats, en la comarca del Penedès.
4.- Lo más grave de todo es que tratándose de una célula terrorista amplia de doce miembros, localizada en una ciudad pequeña, Ripoll, de 10.000 habitantes, ninguno de ellos está siendo investigado como integrista y potencial terrorista.
Proclamando su integrismo y su voluntad asesina
La maquinaria mediática subvencionada del separatismo está insistiendo con mendaz tenacidad en que nadie percibió el más mínimo signo de radicalización, ni de lo que estaban preparando. El portavoz de los mossos ha aducido la ignorancia de las familias como dato determinante. Esto es radicalmente falso, es una fake news de alto voltaje. En las primeras crónicas de ambiente se cuelan apreciaciones significativas -que luego han desaparecido- en que las familias y su entorno culpan al imam de la radicalización (un mantra, por lo demás, discutible). Esas primeras crónicas hablan de un adoctrinamiento de un mes, aunque luego se establece que se ha producido en año y medio. Los mossos hacen una inspección rutinaria unos meses antes. Hay un clima de enervante negligencia. Es grosera mentira que nadie detectara signos de integrismo. Al menos, dos miembros lo proclaman de manera pública, sin que nadie haga nada. Moussa Oukabir responde a la pregunta de cuál será la primera medida de ser el rey absoluto del planeta y la respuesta es tremenda: «mataría a todos los infieles y me quedaría solo con los musulmanes que siguen la religión». Es decir, que mataría también a los musulmanes tibios. Otro de los terroristas, Said Aalla, decora su perfil de facebook con kalashnikov. Son dos pistas clamorosas. Por supuesto, sus entornos han percibido que se han aislado, que han dejado de escuchar música, que han exigido -uno- en su trabajo librar para ir a la mezquita.
En cuanto al imam es simplemente alucinante que tuviera ese cargo y eso interpela a la comunidad islámica, a la que se le deben quitar todas las subvenciones, tan generosamente entregadas por el miserable de Carles Puigdemont. Se trata de un personaje con condena cumplida de cuatro años por tráfico de drogas, con una orden de expulsión que no se cumple, cuyo perfil integrista es conocida pues está relacionado con implicados y condenados en el 11M, su red ayudó a huir a tres terroristas, su nombre sale en sumarios, en la cárcel contactó con Rachid Aglif, uno de los condenados por la masacre de Atocha.
Un auténtico caos informativo
La respuesta del portavoz de los mossos, Josep Lluis Trapero, es que estos desconocían todo esto. El separatismo incluso está diciendo ahora que se ha dado una información magnífica, cuando ha sido un auténtico caos, en el que el asesino de Las Ramblas ha cambiado varias veces de nombre; el imam sólo ha aparecido al final cuando estaba muerto desde el día antes; Pau Pérez, la víctima número 15, fue presentado como terrorista al principio; durante toda la primera fatídica tarde se supuso que el o los terroristas se habían atrincherado con rehenes en un restaurante turco. La inutilidad de estos niñatos de mierda y sus numerosos fallos han evitado una tragedia mucho mayor en la que los mossos han ido siempre muy por detrás de los acontecimientos.
Han de establecerse algunas conclusiones demoledoras:
1.- Los mossos han desconectado, en la línea de la agenda separatista, de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y han desarrollado frente a ellos una psicosis paranoica.
2.- Carecen de información de lo que sucede en Cataluña, incluso en una localidad pequeña y fácilmente controlable como Ripoll, con 10.000 vecinos.
3.- Han sucumbido a la ceguera de la corrección política de forma que, por escrito, en fecha tan cercana como diciembre de 2016 consideraban que en Cataluña era imposible que hubiera un atentado terrorista, puesto que Cataluña es la celebración de la diversidad.
Lo mejor que se podría hacer con el cuerpo de los mossos sería disolverlos (rescatando al exlegionario que abatió a cuatro terroristas en Cambrils).