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«Se me metió en la cárcel por tener la valentía de acusar a un miembro de la Casa Real»

Redacción




Miguel Bernad. /Foto: ramblalibre.com.

Miguel Bernad. Jurista. Secretario General de Manos Limpias.

Con motivo de mi detención e ingreso en prisión preventiva e incondicional quiero hacer una reflexión, sobre lo que se conoce como “duda razonable de culpabilidad” de una persona a la que se ha encarcelado.

Para el conjunto de la sociedad la duda razonable, no existe cuando a una persona se la encarcela. “Ha cometido un delito” y por consiguiente si la justicia ordena su prisión no cabe la menor  duda que ello obedece a que es un delincuente.

Ahora bien, para aquellas personas próximas bien por lazos familiares o por razones de amistad, con la persona encarcelada, les puede caber la duda razonable de que su familiar o amigo ha sido detenido o encarcelado porque “a lo mejor”, algo habrá  hecho aunque nosotros los familiares y amigos le apoyemos.

Es por supuesto legítimo y razonable que pueda existir esa duda razonable en familiares y amigos puesto que en un Estado de Derecho nadie se puede imaginar que una persona se la meta en prisión sin causa justificada.

En mi caso se ha producido un rosario de ilegalidades impropias de un Estado de Derecho.

  1. La pena del telediario, criminalizándome como un delincuente.
  2. La vulneración del principio de presunción de inocencia.
  3. La condena de ocho meses en prisión sin ser juzgado.
  4. La vulneración del derecho a la propia imagen.

Mi estancia de ocho meses en prisión, para la mayor parte de la sociedad es porque he cometido uno o varios delitos, aireados en los medios de comunicación y trasmitiendo a la opinión pública la imagen de un delincuente dando aun mayor credibilidad a la comisión del delito, pues  los medios de comunicación tienen la virtud y el poder de señalar el bien y el mal.

La duda razonable se agrava y adquiere mayor credibilidad cuando los medios de comunicación (pena del telediario) expanden la imagen de detención e ingreso en prisión y cuando esta además se mantiene en el tiempo.

No se percibe pues es necesario precisar el matiz que el mantenimiento en prisión de mi persona se basaba no ya por el hecho de haber podido cometer un delito, sino por argumento de “riesgo de fuga”,  pero este matiz no cala ni en la opinión pública ni en los más allegados.

Si está en la cárcel por “algo será” es impensable que en un estado de derecho se pueda meter en la cárcel a un inocente”.

En el caso que nos ocupa se me metió en la cárcel por haber tenido la valentía de acusar a un miembro de la Casa Real y la respuesta no fue aplicar el Estado de Derecho, se actuó “manu militari” en un régimen totalitario, que no respeta las reglas del juego democrático.

Gracias a los que han creído sin ningún tipo de dudas, ni siquiera la duda razonable, comprendo por otra parte la duda razonable que puedan tener los más afines de mi entorno de familia y amistad.