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Wichita y Lincoln, dos diócesis que se salen de vocaciones sacerdotales

Redacción




Ordenación de sacerdotes en Wichita.

Luis Bru

Uno de los fenómenos constantes desde el Concilio Vaticano II es la sequía de vocaciones sacerdotales en las naciones occidentales. Pero hay excepciones, dos muy notables son las de las diócesis de Wichita (Kansas) y Lincoln (Nebraska). En Wichita la población católica representa el 13% del total. Recientemente, el Obispo Carl A. Kemme ordenó 10 nuevos sacerdotes y 10 nuevos diáconos, otros 30 seminaristas están ya preparados para dar el paso al sacerdocio.

Los nuevos sacerdotes.

En Lincoln, el obispo James Conley fue antes sacerdote en Wichita. Ambas diócesis comparten un modelo común. Como indica un estudioso de la evolución de ambas diócesis, no han dejado de tener como finalidad «salvar almas». No entienden la Iglesia como una onegé,  no se avegüenzan de su identidad católica, y dan mucha importancia a la oración, los sacramentos y la dignidad de la Liturgia. Y funciona. Son un ejemplo a seguir. Entre 2010 y 2012, en la diócesis de Lincoln se ordenaron 22 sacerdotes, una cifra similar a los ordenados en Los Ángeles, una diócesis 44 veces mayor.

En Lincoln hay 97.000 fieles católicos, el 16,4% de toda la población. Las parroquias no están desatendidas. Al contrario, hay 150 sacerdotes para 134 parroquias. También 141 religiosas y 27 colegios católicos que dan una buena educación a precios módicos (100 euros al año, en algunos casos) y 6 institutos de enseñanza secundaria. Los nuevos sacerdotes dedican los primeros cinco años a la educación, para estar en contacto con la juventud y promover nuevas vocaciones. La Misa colectiva por grados es diaria. En el Instituto San Pío X para 1.200 alumnos hay 4 religiosas y 15 sacerdotes.

Recordatorio de la ordenación, en tono al Sagrario.

Los sacerdotes dan testimonio de su servicio llevando sotana o clergyman. La distribución de la comunión por laicos solo se hace en situaciones de necesidad. Las «monaguillas» han ido siendo erradicadas. El 80% de los seminaristas han sido monaguillos y el 50% lectores.

Siete sacerdotes de Lincoln celebran habitualmente la Misa tradicional y con frecuencia se celebra mirando a Oriente, hacia Dios.

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En la misma onda se encuentra también el obispo de Phoenix, Thomas Olmsted, quien es abanderado de la remasculinización del hombre, para que asuma sus responsabilidades en la familia y en la Iglesia.

Los nuevos sacerdotes destacan la importancia del Sacramento de la Confesión y se muestran muy unidos al Sagrario.

Actualmente, la práctica religiosa de los católicos en la Misa dominical ha descendido en Estados Unidos al 22%, desde el 55% que era la que había al final del Concilio Vaticano II. En la diócesis de Wichita, la media es del 52%, treinta puntos por encima de la media nacional.

Ambas diócesis siguen en el ejemplo sacerdotal del padre Emil Kapaun, muerto en un campo de concentración de Corea y que está en proceso de beatificación.

Estas fueron las reflexiones de los nuevos sacerdotes de Wichita, tal y como las recoge Carmelo López-Arias, en Religión en Libertad. Destacan por su espiritualidad:

Andrew Bergkamp: «Espero ofrecer bien los sacramentos de la Reconciliación y de la Santa Misa a la gente de nuestra diócesis».

J.D. Betzen: «El sacramento de la confesión ha jugado un papel significativo en mi vida espiritual. Me emociona poder ofrecer a mi vez, como sacerdote, esas gracias a los demás».

Jacob Carlin: «Cuando entré en el seminario pensaba en el sacerdocio en términos de las cosas a las que se renuncia. Ahora lo pienso en términos de las cosas a las que digo ‘sí’: sí a servir a Dios con el corazón íntegro, sí a una disponibilidad radical ante su pueblo, sí a ofrecer una vida de oración en nombre de aquellos a quienes sirvo».

Kyle Dugan: «Doy gracias a Dios porque continúa concediéndome gracias y dones. Vamos a experimentar un gran cambio en nuestra vida. Cuanto más confiemos en que pase lo que pase a partir de ahora, es un don de Dios, mejores seremos».

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Seminaristas que serán ordenados en los próximos años.

Adam Grelinger: «Hemos de confiar en el Señor, pero sé que será una auténtica alegría celebrar los sacramentos para la gente de la diócesis».

Ed Herzog: «La gente de la diócesis ha invertido mucho tiempo y dinero en mi formación en estos últimos seis años, y siempre les estaré agradecido. Estoy deseando compartir lo que he aprendido y ayudar a acercar a la gente de la diócesis a Nuestro Señor. Siento que finalmente estoy preparado para hacer aquello para lo que el Señor me puso en el mundo, es decir, servir al pueblo de Dios como sacerdote que continúa haciendo presente a Jesucristo en el mundo hoy».

Drew Hoffman: «La poderosa experiencia de la confesión con tantos sacerdotes de la diócesis de Wichita fue una razón de peso para que me uniese al seminario, y me emociona poder llevar ese manto y ser un mediador de la misericordia y la gracia de Dios para las personas. El sacerdote es un padre espiritual para los fieles: es un don impresionante para nuestra iglesia y me emociona asumir esa responsabilidad».

Clay Kimbro: «El hecho de que esta mañana de mayo me levantaré sin poder perdonar los pecados ni celebrar misa, y al final del día podré hacer ambas cosas y la gente me llamará ‘padre’ y confiará en mí me asombra e impresiona».

Andrew Labenz: «Ser llamado sacerdote de Jesucristo te anonada e impresiona. Por favor, rezad para que todos los días me conforme al corazón sacerdotal de Jesucristo. No hay palabras para expresar cómo me emociona celebrar la Santa Misa, donde estaré unido a Cristo como sacerdote y como víctima».

Jorge López: «Celebraré los sacramentos y pondré el práctica todo lo que he aprendido en el seminario. Lo más importante, amar a las personas, servirlas y acompañarlas en nuestro camino de fe».