Enrique de Diego
El 11 de marzo de 2004, un grupo de terroristas musulmanes provocaron la mayor masacre de Europa con 193 muertos. Lo sensato y necesario hubiera sido abrir un debate y tomar medidas contra la inmigración islámica.
Lejos de ello tres falsarios manipuladores, el amortizado Pedro J Ramírez, el locutor Federico Jiménez Losantos y el proislamista Luis del Pino introdujeron a la nación en la ceremonia de la confusión, con una serie de groseras mentiras delirantes que produjeron un daño tremendo, haciendo perder el tiempo, y prestaron con ello un gran servicio al terrorismo islámico, que no ha hecho otra cosa que crecer, y sus planes invasivos.
He aquí una antología de los disparates conspiranoicos evacuados para consumo de auténticos indigentes mentales:
Pedro J Ramírez
Cada vez más indicios apuntan a que el 11-M se gestó en el seno de los aparatos policiales y los servicios del Estado democrático.
¿O más bien se trata de un castigo preventivo a cuenta de la investigación del 11-M, no vaya a ser que descubramos algo que, airado por la televisión, pueda descomponer el traje de santo para tontos confeccionado por los sastrecillos cobardes de la comisión parlamentaria?
Nada tan insensato como el apremio con que la Fiscalía y el PSOE piden que se celebre cuanto antes el juicio, pues si esta desoladora realidad no se difunde antes, será durante la vista oral cuando el souflé se venga inevitablemente abajo.
Todo lo demás –las reuniones del McDonalds, el viaje a Asturias, las tarjetas de los móviles, Morata, Mocejón, Leganés- demuestra que se hicieron con Goma-2 ECO, que intentaron toscamente una bien gorda y que murieron de la forma más extraña. Pero no que fueron los autores –y menos solos- del 11-M.
El problema de la versión oficial del 11-M es el de cualquier castillo de naipes: la caída de una sola pieza arrastra encadenamente a todas las demás.
El Tribunal se verá obligado a absolver a los imputados en la masacre del 11-M a menos que alguien pueda acreditar que los islamistas tenían otras vías de suministro distintas a las de los asturianos.
Federico Jiménez Losantos
Es una buena técnica para vender periódicos
Nada de lo que nos han contado es verdad, nada, nada, nada. No sabemos lo que pasó, solo sabemos que nos han mentido.
Todo lo que nos han contado de la mochila de Vallecas, de la Renault Kangoo, del Skoda Fabia, todo es falso, y lo que estalló en los trenes es cualquier cosa menos Goma-2 ECO.
La mochila de Vallecas es falsa. No está hecha para estallar, ni para explotar. Nunca estuvo en los trenes. Es un engaño, un señuelo.
Lo único que pedimos, aunque subiera la audiencia, es que eviten suicidios en directo, al estilo Leganés. Con que nos expliquen el de los islamistas que quisieron ir al infierno, basta.
La Policía ha delinquido al por mayor, al por menor y al detalle.
Dentro de poco, cuando veamos aparecer un Tedax, tendremos que salir huyendo. Pero huyendo camino de la bomba, que va a ser menos peligrosa.
Lo dijimos en su día, pero no pensábamos que se iba a demostrar tan rápido. Estamos en las primeras fases del juicio…Ya se ha venido todo abajo. ¡Todo!
Yo quiero un juez que detenga a todos los tíos que se dedicaron a poner pruebas falsas para hacernos creer que esto ha sido un atentado islamista.
Huele a pastel y cada vez huele más a pastel. Todo lo que hemos visto, yo, sinceramente…Para soltarlos a todos. ¡Para soltarlos a todos!
Después de tanta majadería, de tanta estulticia, de tanta irresponsabilidad, es verdaderamente asombroso que estos dos mendaces personajes sigan en la vida pública. Muestra la baja salud moral de la sociedad española.