Enrique de Diego
Cuando el sueño equinoccial de Francisco Hernando, El Pocero, del PAU del Quiñón -13.500 viviendas previstas, estadio, campos de fútbol, fuentes, piscinas, parque (María Audena, en honor a su esposa), embarcadero, en el secarral de Seseña, sin recursos hídricos- dos empleados en una casamata con el anagrama de la Caja de Ahorros del Mediterráneo intentaban vender las 2.000 viviendas del banco, fruto del crédito multimillonario fallido a Onde 2000.
Todavía me parece mentira pero la Caja de Ahorros del Mediterráneo ya no existe. Cuando llegué a Alicante a dirigir la Edición de Abc –quien te ha visto y quien te ve- la CAM estaba por todas partes, como el orgullo de los alicantinos, edificado durante más de un siglo de gestión honrada. Las instituciones financieras originarias habían sido creadas: la de Alicante, en 1877, la de Elche, en 1886, la de Jumilla, en 1893, la de Yecla, en 1902. Luego una larga historia de fusiones hasta ser la cuarta caja de España.
Los jubilados iban felices y confiados con sus libretas a su caja de toda la vida. Sin embargo, esa sólida institución no pudo aguantar el saqueo inmisericorde a la que fue sometida en cuatro décadas, y de manera muy acelerada desde que en junio de 2009, el empresario de la automoción, Modesto Crespo tomó malhadadamente posesión del cargo de presidente. Un puesto que estatutariamente no tenía retribución alguna, pequeño detalle que sorteó poniéndose unas dietas de 600.000 euros. Eso son dietas y lo demás son gaitas. La directora general, María Dolores Amorós se había puesto una renta vitalicia de 370.000 euros, que pretendió cobrar a través de los tribunales, a pesar de su nefasta gestión.
La razón de las quiebras de las cajas está por contar. Se ha vendido que los españoles, burbuja inmobiliaria por medio, vivieron por encima de sus posibilidades y que se concedían hipotecas como churros sin suficientes garantías, hasta que la estafa piramidal se vino abajo. Pero eso es solo la espuma e incluso algo menos de la punta del iceberg. Está, por supuesto, la depredación sistemática por los consejos de administración, que eran una cuadrilla de ladrones irrestrictos, con incrementos abusivos de sueldo, autocréditos blandos (Modesto Crespo tenía créditos a 0 de interés y sin límite de tiempo; es decir, donaciones), blindajes estratosféricos, jubilaciones de pelotazo, tarjetas black y todo lo que la avaricia humana podía inventar. Los directivos de la CAM están acusados de haber depredado como viejos tiburones voraces la friolera de 47 millones de euros. Todavía con el paso del tiempo es muy difícil de digerir que el esfuerzo de generaciones de alicantinos –y murcianos- laboriosos y honrados tuviera que ser intervenida el 22 de julio de 2011 y adjudicada al Banco de Sabadell por la hiriente cifra de un euro el 7 de diciembre de 2011, llevándose, además, por delante 5.249 millones de los expoliados contribuyentes.
Pero eso no era suficiente para el hundimiento de auténticos portaaviones, que habían superado guerras, repúblicas y dictaduras. Cada una de las cajas fue fundamentalmente hundida por la concesión de entre cinco y diez créditos multimillonarios a empresarios fundamentalmente de la construcción, amigos del poder, financiadores de los partidos, con frecuencias, corruptores de políticos venales. Sobre esos créditos no se ha informado nunca y se han mantenido en la opacidad casi absoluta.
De la mano de José Antonio Sánchez, ahora presidente de RTVE
Uno de esos créditos que hundió a la Caja de Ahorros del Mediterráneo fue el que concedió a Francisco Hernando, El Pocero, para el PAU de Seseña. Quien se lo concedió, en último término, fue ese gran desastre de la Comunidad Valenciana que responde al nombre de Eduardo Zaplana, el amigo de José Bono. Y la prueba concluyente es que quien acompañaba a Francisco Hernando a Doctor Gadea, 1, sede central de la CAM, según numerosos testigos, era José Antonio Sánchez, presidente actual de RTVE, y hombre de Zaplana a machamartillo desde que escondió en su casa a la tránsfuga del socialismo benidormí que le dio el ayuntamiento al cartagenero.
Los numerosos empresarios castellano-manchegos con los que he hablado para elaborar esta serie sobre el multimillonario José Bono, siempre, para mi sorpresa inicial, han coincidido en mostrarme su convicción de que ‘detrás de El Pocero está José Bono’, que es, para entendernos, accionista encubierto.
Francisco Hernando, alias El Pocero, porque su primer trabajo con el que ganó algo de dinero fue en obras del alcantarillado de Madrid por las que el Ayuntamiento le dio el título de maestro pocero, es un hombre hecho a sí mismo. Su vida bien podría servir para una película de Hollywood. Hijo de Pedro Hernando, pocero, y Filomena Contreras, churrera, por los que siente tanta veneración que los inmortalizó en escultura en Seseña; la familia, cuatro hermanos, vivió en situación de extrema pobreza en el barrio madrileño de Tetuán. Cuando tenía 3 años les desahuciaron del cobertizo donde vivían, de ahí pasaron al patio. Francisco Hernando recogió chatarra, cereal, llevó el agua a los trabajadores de la constructora Urbis. A los 14 años se dio la primera ducha. Compró un camión de reparto que fructificó en una flota de cuarenta camiones y treinta hormigoneras.
Y, si bien, como he dicho, por la entereza para elevarse de la miseria a la fortuna podría merecer una película de Hollywood, por el tufo de corrupción que lo rodea sería más acorde una españolada subvencionada. “Es una vergüenza que en este país, un empresario tenga que intervenir en política, como todo el mundo sabe que yo he hecho, para que funcione su empresa”, es una de esas declaraciones, quizás referida a que cuando se arruinó haciendo obras en Villaviciosa de Odón de un gran complejo comercial de tres millones de m2 y en conflicto con el Ayuntamiento (el alcalde le denunció por amenazas de muerte, de lo que fue absuelto) se le declaró persona non grata, montó un partido ad hoc –Renovación Democrática- que obtuvo cinco concejales.
Como muchos que han pasado hambre y han hecho fortuna, a Francisco Hernando le gusta el lujo. Ha sido propietario de la mayor empresa de jets privados. Adquirió el yate Clarena de 46 metros de eslora y en 2009 el Clarena II de 72 metros de eslora, que tuvo que vender en mayo de 2010 por 58 millones de euros.
Demostró ser hombre que conoce la España oficial cuando le espetó al alcalde de Seseña, de Izquierda Unida, Manuel Fuentes: “¡El único alcalde honrado que hay en España! Eres un gilipollas”.
Su empresa, Onde 2000, se encargó de las obras de alcantarillado y ampliación de Hípica Almenara, por 600.000 euros, de los que José Bono, adicto a la cultura corrupta de lo gratis, no puso ni uno. Bono fue el único cliente de Onde 2000 fuera de su propia obra en el Pau del Quiñón.
http://ramblalibre.com/2017/01/24/caso-bono-2-la-abultada-cuenta-de-el-paellas-y-el-bombillas/