Miguel Blasco del Álamo. Director de Aquí La Voz de Europa
Desde la transición hemos tenido muchos motivos para manifestarnos: se ha balcanizado el país, se ha destruido su economía productiva, se ha vendido su soberanía, se ha desmantelado su industria, se ha arrancado a la gente del campo, se nos ha borrado nuestra historia, se han ridiculizado nuestras tradiciones, los peores traidores a la población se han hecho con el control de los medios de comunicación, se han disparado los impuestos, políticos corruptos nos han robado, nos han endeudado para los próximos doscientos años, se ha hundido la natalidad, se ha acabado con la familia, se ha promovido todo tipo de modas destructivas entre la juventud, se ha ido desmantelando la protección social y laboral, se ha inundado el país de una inmigración masiva y en muchas ocasiones agresiva y expansionista como la islámica, se ha perdido poder adquisitivo sin parar…En fin, podríamos estar así horas.
Durante todos estos años, sólo un pequeño grupo de partidos políticos y organizaciones nacionales han ido denunciando todo este proceso de desmantelamiento social y nacional y de sustitución étnica de la población española que se producía delante de la cara de la población española pero ésta, totalmente abducida por la clase política y mediática, ha sido (y sigue siendo en gran parte) incapaz de entender lo que pasa a su alrededor. Varios de estas organizaciones y partidos organizaron hace unos años La España en Marcha. Aunque finalmente el proyecto no cuajó, a sus integrantes les dio tiempo a realizar un escrache en la librería Blanquerna el 11 de septiembre de 2013. Allí, en plena capital de España, en presencia del embajador de Estados Unidos (que ya se había entrevistado con Artur Mas antes de que éste iniciara su proceso separatista) y de toda una caterva de políticos independentistas, se estaba celebrando abiertamente una fiesta para pedir la secesión de una parte del territorio nacional. En la capital de España se celebraba la destrucción de España. Como siempre, con la permisividad absoluta de las autoridades y de la prensa (anti) españolas.
Tras años de insultos continuos del separatismo catalán contra el resto de la población español, un grupo de 14 valientes pertenecientes a esta organización decidieron que no podían tolerar lo que estaba pasando y entraron en la librería al grito de “no nos engañan Cataluña es España” y “Catalanidad es Hispanidad”. No hubo agresiones ni heridos de ningún tipo. La acción duró apenas dos minutos y los organizadores se fueron igual que entraron. La reacción de todo el Régimen-78 fue unánime.”¡¡la violenta extrema derecha irrumpe en Blanquerna!!, ¡¡cuatro heridos a manos de unos ultraderechistas!!, exageraciones ridículas que se comprueban fácilmente falsas al ver la grabación. En el parlamento español, los 350 diputados se solidarizaron con los “agredidos”, algo inédito en toda la Democracia. ¡Qué diferencia con los escarches violentísimos de la extrema izquierda en todo tipo de instituciones públicas, en las universidades o en la calle!. Lo suyo son “expresiones del enfado del pueblo” y, por supuesto, nunca el Congreso se reúne para condenar nada ni ninguno de los violentos ultraiquierdistas tiene el más mínimo problema legal.
Pero claro, los 14 de Blanquerna tienen ideas “equivocadas” y hay que darles un escarmiento. Además, el gobierno español está en negociaciones con el separatismo catalán y éstos le han pedido la cabeza de los 14 de Blanquerna para llegar a un acuerdo. El gobierno sólo ha tenido que mandarle el encargo a sus empleados del Tribunal Supremo para que lleven a cabo el castigo: tres y cuatro años de cárcel por un escrache básicamente pacífico, mientras que el mismo Tribunal Supremo rebaja las penas a terroristas etarras y anarquistas y las miles de acciones violentas de los grupos de ultraizquierda y separatistas salen casi siempre gratis.
Esto tiene que indignarle a cualquier persona noble y que esté ya harta de todo lo que está pasando en España. Cualquier persona, por encima de siglas políticas, debe acudir este sábado a Madrid a apoyar a los condenados del caso Blanquerna. Ni siquiera hace falta que pertenezca a ninguna asociación patriótica. Cualquiera con un mínimo de sentimiento de defensa nacional debe estar. También cristianos indignados con las multas que la Comunidad de Madrid pone a los colegios católicos que se niegan a aplicar las leyes de género en sus aulas. Liberales hartos de que nos suban los impuestos y la deuda para financiar al separatismo catalán. Incluso izquierdistas librepensadores con un sentimiento noble que sean capaces de ver el repugnante doble rasero del Tribunal Supremo y que entienden que grupos de poder extranjeros son los que controlan la política española desde Bruselas y Nueva York. Este sábado, a las 11, 30 horas, en la Puerta del Sol, todos tenemos que acudir a Madrid a apoyar a los 14 de Blanquerna. Porque con este gobierno, esta justicia y estas leyes, hoy son ellos. Pero mañana podemos ser cualquiera de nosotros.