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El falso mito de Aznar y su PP bueno: Sus errores en la oposición

Redacción




José María Aznar. /Foto: jmaznar.es.
José María Aznar. /Foto: jmaznar.es.

Miguel Blasco del Álamo. Director de Aquí La Voz de Europa.

Estos días ha vuelto el ex-presidente José María Aznar a la actualidad. Primero por pedir su baja como presidente de honor del PP, después por publicarse la posibilidad de que pudiera fundar un partido y finalmente por una encuesta según la cual ese partido sacaría hasta cuatro millones de votos en unas elecciones. Aznar es, junto a Suárez, el icono de la derecha democrática española. Para este sector de la población, ambos políticos, de manera totalmente inmerecida, se han convertido en sus referentes políticos y morales.

No vamos a entrar aquí en el tema Suárez, un absoluto desastre de político que dio luz verde a todos los desastres que han venido después. Nos centraremos en Aznar, al que, ciertamente, una campaña desde la izquierda llegó a convertir en la causa de todos los males. Pero, al mismo tiempo, cierta derecha le ha convertido en el defensor de los auténticos valores de la derecha, frente a un Rajoy que habría traicionado esos valores, provocando una ruptura traumática entre el PP bueno (el de Aznar) y el PP malo (el de Rajoy) Pero ¿es así?

Empecemos cuando estaba en la oposición. A principios de los años 90 su lucha contra el gobierno del PSOE se centraba en tres temas: supuesto terrorismo de Estado (GAL), crisis económica y corrupción. El terrorismo de Estado no es exclusivo de España, ni mucho menos, ni siquiera en el mundo “democrático”. La Primera Ministra británica, Margaret Thatcher, reconoció que ella misma daba las órdenes para asesinar a los miembros del IRA. El Estado de Israel, en su última intervención en Gaza, mató a dos mil personas, la mayoría civiles. En Alemania los miembros de la Baeder Meinhof aparecieron misteriosamente ahorcados en prisión. La falsa “lucha contra el terrorismo” de Estados Unidos ha provocado cientos de miles de muertos en Libia, Iraq y Siria. Por no hablar de turbios asuntos que tanto nos afecta a los españoles como el asesinato de Carrero Blanco. En ninguno de estos casos, nunca, la oposición al gobierno que llevaba a cabo esas prácticas utilizó esos asuntos para hacer oposición política. Aznar sí lo hizo con el GAL: una banda creada por el gobierno del PSOE, pero no para acabar con ETA, sino para forzar a Francia a que dejara de ser el santuario de ETA y a que dejara de usar a la banda separatista terrorista como una palanca para debilitar a España en la negociación que estaba teniendo lugar en ese momento para que España entrara en la UE. Además, veníamos de años en los que ETA masacró a cientos de militares de la vieja guardia, de los que nunca habrían aceptado que España se convirtiera en la piltrafa que es hoy. Por eso fueron asesinados por ¿ETA? Es posible que como ejecutora, pero es más dudoso que el autor intelectual de aquella masacre de militares patriotas fuera la propia banda. De todo esto tendría que haber hablado Aznar: de la protección y el apoyo extranjero a ETA. Pero no lo hizo. Se limitó a criticar sólo al gobierno creando una crisis institucional sin precedentes y dándole oxígeno a ETA. En total, el GAL mató a 28 personas (algunos inocentes, pero otros etarras sanguinarios) Más tarde, el mismo Aznar, tan legalista con ETA, apoyó la política ilegal de la supuesta guerra contra el terrorismo de los Estados Unidos, que provocó cientos de miles de muertos en Oriente Medio (bastantes más de 28) y el casi exterminio de los cristianos de la zona.

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En el aspecto económico, de nuevo Aznar se equivocó cuando estaba en la oposición, pues la crisis económica se debía a las medidas tomadas durante la transición, cuando se diseñó lo que tendría que ser la economía de España en las siguientes décadas: una economía de servicios basada en mano de obra de baja cualificación. Desde la UE nos impusieron todo tipo de cuotas y limitaciones a nuestra producción agrícola, ganadera y pesquera, se nos forzó a cerrar centrales nucleares en construcción (mientras Francia tenía 50 a pleno rendimiento) y, sobre todo, se nos llevó a una desindustrialización forzosa que llevó a cientos de miles de españoles al paro. Todo esto llevó a España a una crisis económica muy fuerte a principios de los años 90.

Para rematar la situación, España fue introducida en el llamado Sistema Monetario Europeo (SME) el primer ensayo de lo que luego sería el euro. Al entrar en ese Sistema, la peseta se revaluó de forma artificial perjudicando aún más a la competitividad de la economía española. Finalmente, el SME voló por los aires tras la especulación contra el mismo llevada a cabo por el financiero George Soros. Para solucionar la situación, España devaluó la peseta recuperando la competitividad perdida, empezando la recuperación de la economía española a finales del año 94, bastantes meses antes de la llegada de Aznar al poder, y no a su llegada, como nos quieren hacer creer.

En cuanto a la corrupción, Aznar fue (con razón) muy duro contra la corrupción del PSOE. En aquella época aún no se sabía la enorme corrupción que más tarde surgiría en el mismo PP. En otros muchos casos, la oposición del PP de Aznar estuvo muy lejos de ir a las raíces de los auténticos problemas de la sociedad española. Las privatizaciones mal hechas por el PSOE de González, en las que prácticamente se regalaba una inmensa riqueza nacional a precio de saldo a empresarios amigos, la desastrosa Ley de Educación socialista, la ley del aborto, la plaga del desempleo y de la droga entre la juventud española, los problemas cada vez mayores para formar una familia y tener hijos, la incipiente política de islamización (en especial en Andalucía) llevada a cabo por el PSOE, el guerracivilismo, la promoción y las ayudas a todo tipo de organizaciones okupas y ultraizquierdistas, la errónea política autonómica de Felipe González y sus cesiones al separatismo catalán, tan criticadas por Aznar, que luego haría lo mismo multiplicado por diez, el lacayismo frente a la Unión Europea…nada de esto era criticado por Aznar, que ya apuntaba maneras de lo que sería el PP desde entonces: dejar el monopolio de la educación y de la cultura a la izquierda, ponerse al servicio de potencias extranjeras y creer que con más “liberalismo” y más “libre mercado” se solucionarían todos los problemas de España. Malas maneras apuntaba desde el principio. Los temores se iban a hacer realidad cuando empezó a gobernar.