Miguel Sempere
En Ciudadanos han visto muchas películas de Quentin Tarantino. Una de ellas les ha marcado, Pulp Fiction. Fue el intelectual orgánico Juan Carlos Girauta quien apodó a Fran Hervías “Señor Lobo” y lo penoso es que a Hervías le encantó; se siente tan identificado con el personaje que se prestó a un reportaje en El Mundo sobre esa fantasía criminal: “Soy experto en solucionar problemas, como decía el Señor Lobo en la película. Por eso me pusieron ese apodo en el partido. Mi papel es ser el malo de la película, acabar con las ovejas negras”.
Las ovejas negras han sido un par de miles y lo de acabar ha parecido, en algunas cosas, casi literal. En cualquier caso, identificarse con un asesino psicópata resulta inquietante. Según El Mundo, Hervías “es capaz de limpiar las sedes de Ciudadanos con la misma sutileza con la que el personaje de Quentin Tarantino recogía cadáveres ensangrentados”. Lo penoso es que a Hervías le encantan que se digan de él estas metáforas sanguinarias.
No se necesita ser Freud para sospechar que algo viene de la infancia: “Mi infancia no fue fácil. Tenía que ver a mi padre mirando los bajos del coche y vivía en un ambiente de asfixia nacionalista. Tal vez eso me hizo tener la piel dura para resolver las situaciones más desagradables de Ciudadanos”. Nunca hay que hacer pagar los traumas con los inocentes.
Francisco Hervías Chirosa nació (1963) en Tosa del Mar, Gerona, territorio duro para un hijo de guardia civil. Estudió y se licenció en Geografía en la Universidad de Gerona. La gente piensa que Geografía es para saber ríos y ciudades, pero enseña “a ordenar territorios”, así que Fran Hervías “ordena” agrupaciones como si de mapa de operaciones se tratara. El problema no es que alguien se crea Napoleón, el verdadero problema es que los demás se lo crean. Es obvio que Hervías se ha creído Napoleón.
El problema es que no se puede vivir de la Geografía. Hay demasiadas facultades egresando licenciados de cosas de las que luego no pueden vivir. Nadie se levanta por la mañana y necesita un geógrafo de urgencia; puede necesitar un electricista, un fontanero, un médico, pero no un geógrafo. Así que tuvo una beca del Servicio Metereológico de Cataluña y luego estuvo de recepcionista de un hotel en Tosa del Mar, hasta que lo rescató Albert Rivera.
Así que el Señor Lobo está bien dispuesto a defender su territorio. “Me recorro el país. Voy de sede en sede, solucionando los conflictos, las luchas de poder, vigilando a los cargos. Me pasan informes, pero a mí me gusta pisar el terreno”.
Quienes lo trataron antes de que la varita mágica del Ibex 35 tocara a Ciudadanos, y sobre todo a Albert Rivera, y de que los medios de comunicación se pusieran a su servicio, sobreprotegiéndoles, recuerdan a Hervías como “un paquete”, sin abrir la boca en las reuniones y todo el tiempo pegado al móvil.
Luego se convirtió en un duro, en el Señor Lobo, que mata sin alterarse, “justiciero con mano de hierro”, como lo definió El Mundo a modo de elogio. Hervías saca pecho, orgulloso de las muescas de su revólver: “Se les ha obligado a dimitir. En ese país nadie quiere irse”. Se vanagloria de tener muchos enemigos, pero no hay imaginación suficiente para hacerse una idea de cuantos.
La frase identificativa del personaje de ficción: “Soy el Señor Lobo, soluciono problemas”, no le viene como anillo al dedo a Fran Hervías, secretario de organización gore de Ciudadanos. Lo suyo es, más bien: “Soy el Señor Lobo, creo problemas”.
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