Llega el tiempo, se van dando las condiciones para un gran movimiento-partido identitario. Es irrelevante cualquier debate sobre si surgirá de un proceso de unidad de los partidos identitarios existentes o surgirá ex novo, porque la necesidad crea el órgano. Y la necesidad de un gran partido identitario es imperiosa y se irá haciendo acuciante a medida que el sistema y sus partidos se debiliten, a medida que los compromisos adquiridos vayan siendo abandonados, a medida que la mentira se vaya haciendo cada vez más evidente.
Es hora ésta para el optimismo de tanta gente que ha sabido nadar contracorriente durante años. La modernidad, lo avanzado en toda Europa es la recuperación de la identidad, su defensa frente al desarme traidor y suicida de la casta y sus partidos, su reafirmación frente a las consignas estúpidas de la corrección política y la recuperación de la soberanía nacional frente a ese engendro supranacional de la trama burocrática corrupta de Bruselas.
Hace tan sólo un año era impensable que un partido identitario como Alternativa por Alemania superará a la CDU, de la nefasta Ángela Merkel, como ha sucedido en Mecklemburgo Pomerania o que le pisara los talones como en Berlín.
Hace tan solo un año era impensable que el sistema se viera obligado a hacer continuas trampas para evitar el acceso Norbert Hofer a la Jefatura del Estado en Austria.
Hace un año era impensable que Reino Unido decidiera recuperar su soberanía y defender su identidad con el Brexit.
Hace un año, tan sólo un año, era impensable que una pequeña pero heroica nación como Hungría iniciará la rebelión de las naciones y se negara de manera rotunda a ser islamizada dentro del plan de George Soros y Bruselas.
Hace un año era impensable que Donald Trump ganara la nominación republicana y pugnara con muchas posibilidades por la presidencia de Estados Unidos.
Estas y otras muchas cosas eran impensables hace un año y todas ellas constituyen cimientos claros y firmes para el optimismo identitario. Hacemos una llamada al optimismo identitario, a mostrar una moral de victoria, a hacer despertar a familiares y amigos, a debatir desde la superioridad moral e intelectual. A extender los mensajes en círculos concéntricos. A mostrar las convicciones sin tapujos.
Es una ola que crece, que ya nadie puede parar y que recalará, más pronto que tarde, en España