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Gobierno PSOE-Podemos-Ciudadanos

Redacción




Tripartito del cambio. /Foto: cadenaser.com.
Tripartito del cambio. /Foto: cadenaser.com.

Enrique de Diego

El 26 de junio, en la noche electoral, publiqué un análisis –género en el que se describe la realidad no confundiéndola con los deseos, como hacen por sistema los lacayos- en el que indicaba que Pedro Sánchez había obtenido “el peor resultado” pero quedaba “el mejor situado para ser presidente”. Al final del artículo, el lector puede acceder al texto.

En ese articulo describía: «El Partido Popular y Mariano Rajoy dependen de Pedro Sánchez y el PSOE para formar Gobierno, para constituir la “gran coalición”. La suma de ambos partidos es una mayoría holgada de 222 escaños. Pero el PSOE ha manifestado una aversión histórica a ese tipo de pacto con la derecha y ha seguido moviéndose en la tendencia que marca el concepto cambio: desalojar al PP y cambiar de políticas. En un sistema proporcional, además, no hay ninguna obligación, ni legal ni moral, para respetar a la lista más votada«.

«Nos encontramos, pues, en un escenario parecido al surgido tras el 20 D, aunque con un PP y un Rajoy más reforzados, pero nada más. La aritmética sólo permite dos pactos de Gobierno, dos grandes coaliciones. La ya citada PP-PSOE, con Mariano Rajoy, lo que parece difícil de vender a bases y votantes, pero que, como todo en política, se puede explicar. Y la otra gran coalición alternativa es la que suman los escaños de PSOE, Podemos y Ciudadanos: 188, que es también una mayoría holgada, pero que pasa, por de pronto, porque Podemos deje en el baúl de los recuerdos su propuesta de un referéndum en Cataluña«.

La realidad se ha abierto paso y Pedro Sánchez ha mostrado su disposición a unir a las «fuerzas del cambio»; a intentar lo que fracasó tras el 20 D por cierto maximalismo de Podemos y Pablo Iglesias, que no puede volver a permitirse. Nadie desea, nadie puede permitirse unas terceras elecciones, pero menos que nadie Podemos y Ciudadanos.

Por de pronto, porque la Ley d´Hondt propende al bipartidismo en el reparto y en la falsa segunda vuelta, mera repetición, el voto al minoritario se hace menos útil que la papeleta del mayoritario. En unas terceras elecciones, de seguro subirían PP y PSOE y descenderían Podemos y Ciudadanos. Al partido de Albert Rivera no le convenía el pacto con el PP, pues nunca le conviene al pequeño aliarse con el grande jugando en el mismo terreno, buscando el voto del mismo segmento de mercado.

A Ciudadanos le conviene el deterioro del PP, que la pérdida del poder le lleve al paroxismo al tiempo que a la parálisis. Podemos necesita demostrar que es un partido de gobierno o con capacidad de gobierno. En principio, tanto Pablo Iglesias como Albert Rivera necesitan a Pedro Sánchez más que éste a ellos. Hasta aquí la lógica o parte de ella. Desde aquí los inconvenientes: Podemos y Ciudadanos son cambio pero en las antípodas en muchos terrenos. En uno sustancial, eso de la España plurinacional de Iglesias es una contradicción en los términos. Podemos está infectado de nacionalismo, casi de separatismo, edulcorado con palabras genéricas como fraternidad y no están los tiempos para medias tintas, ni confusiones tan graves. Ciudadanos no puede transitar por esa senda.

José Manuel Villegas, secretario general, se ha precipitado a decir que nunca pactarán con Podemos, pero Ciudadanos ha dado tantos vaivenes, se ha hecho fotos con gente tan diversa, aunque haya sido con la mejor intención constructiva, que necesita una salida a su propio atolladero. También está el intangible de la financiación y esa conexión supuesta de dependencia respecto al Ibex 35, que no quiere a los de Podemos ni en pintura.

 Hay muchas posibilidades de que ese acuerdo alternativo, en efecto, no se lleve nunca a cabo, por las diferencias ideológicas. ¿Qué puede unirles, más allá de evitar una tercera cita electoral? Echar a Rajoy, desalojar al PP, para limpiar la vida pública y perseguir a la corrupción, toda vez que el PP, como se ve con Soria y con RTVE en escalada de sectarismo, ni puede ni quiere cambiar.

A veces, los pactos contra un enemigo común aúnan más que ciento cincuenta puntos ¿Daría estabilidad un tripartito así? No demasiada, desde luego, pero es que no es que el sistema esté viviendo una situación excepcional, es que está en quiebra y necesita una componenda. 

 

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Pedro Sánchez: El peor resultado pero el mejor situado para formar Gobierno

A Ciudadanos no le conviene pactar con el PP