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La Europa de las patrias

Redacción




Charles de Gaulle. /Foto: thefamouspeople.com
Charles de Gaulle. /Foto: thefamouspeople.com

Miguel Sempere
La Unión Europea es una degeneración, una mutación, provocada por políticos que han hecho de la política su profesión. No estaba en los genes del Mercado Común, iniciativa que pretendía estar al servicio de “la Europa de las patrias”, como la denominaba Charles de Gaulle.
El Mercado Común fue un impulso personal de dos grandes figuras históricas y dos viejos católicos: Charles de Gaulle y Konrad Adenauer, buscando una vía de colaboración para dos naciones, Francia y Alemania, que llevaban un siglo dirimiendo diferencias en las trincheras, con las armas.
Fue la unión de la industria alemana y la agricultura francesa, que fue primada con la Política Agraria Común, PAC, que aún perdura.
Ambos se reunieron por primera vez el 14 de septiembre de 1958, en el castillo de De Gaulle, en Colombey-les-deux-eglises. Ese fue el primero de cuarenta encuentros amistosos. A ambos les unía una antipatía común: Inglaterra, a la que el general De Gaulle situaba como “anglosajona”, caballo de Troya de la hegemonía de Estados Unidos.
En 1951 se puso en marcha el embrión, la Comunidad Europea del Carbón y el Acero. En 1957, el Tratado de Roma generalizó el Mercado Común. Otros protagonistas de esa iniciativa fueron Robert Schuman, de Lorena, a caballo entre Francia y Alemania. Jean Monnet que aportó los eurócratas, ese veneno corrosivo. Y el italiano Alcide de Gasperi, quien en 1948 ganó las elecciones en Italia con el 48,5% de los votos y 304 escaños de 574, evitando definitivamente que Italia callera del lado del bloque soviético.
Harold Macmillan pidió en julio de 1961 el ingreso de Inglaterra, que se había mostrado renuente. En una memorable rueda de prensa, el 14 de febrero de 1963, Charles de Gaulle vetó su incorporación, porque eso –dijo- sería situar a Europa “bajo la dependencia y el liderazgo norteamericanos”. En 1967, De Gaulle volvió a vetar la incorporación, que sólo se produjo tras la muerte del general.
De Gaulle nunca concibió una entidad supranacional, que le repugnaba. Siempre hablaba de “la Europa de las patrias”.