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Carta del Editor: La muerte y putrefacción del periodismo

Redacción




Enrique de Diego.

Vienen a mí a borbotones los recuerdos junto con la sentencia cierta y terrible de que «la pamndemia ha sido fundamentalmente medática» de la gran y heroica Catedrática María José Martínez Albarracín, con todos los llamados comunicadores infundiendo el miedo, el pánico. El periodismo ha muerto y alcanza niveles de putrefacción.

En mi memeoria está cuando, tras una Bachillerato sólido en el INEM Andrés Laguna de Segovia, acudí el primer día clase a esa escombrera de la Facultad de Ciencias de la Información de la escoria de la Universidad Complutense. Estuve a punto de decirle a mi padre que me volvía, que iba a perder el tiempo. Dejé de ir a clase y me monté como agencia de colaboraciones para pagar mis estudios con tanto éxito que mis retribuciones dieron holgadamente para pagar la pensión en un colegio mayor. Sólo fui a tres clases de sendos buenos profesores: Juan Beneyto, Vintila Horia y Carlos Seco Serrano. El mejor, Vintila Horia. No iba a clase pero saqué nota media de Sobresaliente.

Cuando empecé a trabajar en Abc estaba en tercero de Periodismo. Y poco más tarde me encargué de la sección de Política. Siempre me ha acompañado la convicción de que el Periodismo es contrapoder, denuncia de las arbitrariedades de los poderosos, que el medio es de los lectores y que la primera prioridad es la noticia. Ese conjunto de convicciones, sin la que el Periodismo es mero altavoz de propaganda, como viene sucediendo desde 2020, mero vocero de la mentira.

Ahora los medios, los falsos medios, que se deben todos y siguen fielmente las consignas de Blackrock, la nueva y gran Babilonia de la que habla el Apocalipsis, están totalmente desacreditados, están quebradísimos, en una burbuja informativa de estiercol a punto de estallar con estrépito. Pienso en Abc, al que dediqué mis años juveniles, muerto, sin dar noticias, sin pulso, sin aire, contando las memeces de las satanoélites. Pienso en el espectáculo dantesco de todos los medios utilizando el mismo lenguaje, los mimsos latiguillos woke y me da grima.

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Los nuevos periodistas son lacayos, consumidores de la estafa de los masters, mal viviendo de los ahorros de sus padres. Sus mayores, los mal llamados comunicadores, son los reyes de la mentira, las furcias mediáticas vendidas  al mejor postor. Son medios que ya no inflyen tras haber contribuído decididamente al asesinato de sus consumidores tratados como borregos llevados al matadero de los vacunómetros para ser sacrificados por los satanarios. Un crimen horrendo que clama al Cielo y reclama Justicia.