AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


SOS: Los estadios de fútbol se están convirtiendo en auténticos tanatorios con la repentinitis ganando por goleada

Redacción




Javier de la Calle.
El público asistente a los partidos de fútbol acostumbraba a cantar goles, aplaudir regates y criticar las decisiones de los árbitros. En los últimos años, las gradas también contienen la respiración habitualmente por el desvanecimiento y los infartos de aficionados. El periodismo español, tan raudo para investigar los últimos amoríos de artistas, o a especular con fichajes, no encuentra una explicación a esta novedad que se extiende a otros recintos, como canchas de baloncesto, salas de conciertos o cines.
En los carruseles deportivos, se detienen los cronómetros por las repentinitis, casos que intenta ocultar la prensa escrita. Las mismas voces que animaban a la población a ser cobayas de un tratamiento génico, de una inyección letal que ha provocado y está provocando un genocidio silencioso, achacan estos infortunios a la pasiones que desata el fútbol entre los asistentes. En aquellos campos con gradas de cemento donde los espectadores estaban de pie, nadie tenía que ser atendido, a pesar de que se consumía alcohol (algo reservado a los palcos hoy en día), y se vociferaba a los Kubala, Santillana o Juanito. El fútbol era una liberación de pasiones no un peligro de infarto, que hace suspender los partidos como nueva y terrible normalidad.
Los medios del sistema aprovechan cualquier desgracia para aumentar la psicosis. Los expertos achacan al aumento de las temperaturas estos desvanecimientos repentinos. Una teoría que es derribada como ridícula por las decenas de repentinitis que se han visto en los graderíos durante el invierno.
Minuto 42: El Kun Agüerro se desploma y es abordado por los médicos.
Los futbolistas no se libran. Entrenados para perseguir el balón durante 90 minutos, los jugadores también han sufrido desvanecimientos. Hace apenas unos años, la muerte de Antonio Puerta conmocionó al país, mientras que la retirada por problemas cardíacos de Kun Agüero ha pasado desapercibida.
El accidentado Albacete-Tenerife.
A diferencia de los medios regados, al servicio lacayo del globalismo, por el sistema, Rambla Libre ofrece a sus lectores una detallada lista de casos de repentinitis vinculadas al fútbol:
8/4: Un aficionado asistido en el Espanyol-Albacete.
12/4: Muere un aficionado del Athletic Club en Bilbao de forma repentina a los 64 años.
12/4: Una persona murió jugando al fútbol en Córdoba.
13/4: Se desvanece y muere un aficionado en el Cultural Leonesa -Real Sociedad B.
13/4: Un aficionado fue atendido en el Barça-Cádiz.
13/4: Un entrenador de fútbol sala muere durante un partido en Tenerife.
14/4: Un aficionado se desvanece en el Oviedo-Mirandés.
14/4: Tres aficionados asistidos en el Albacete -Tenerife.
14/4: Se desvanece Evan Ndnicka, jugador de la Roma, en el partido con el Udinese.
14/4: Un aficionado se desvanece en el Recreativo de Huelva-Real Madrid Castilla.
Todo esto, y lo que queda por suceder, es a causa de las timo vacunas: cuando la proteína Spike del ARNm se acopla en las células AD2 del corazón el sistema inmunológico ataca al propio corazón tomándolo por un cuerpo extraño. Esta es la sencilla y horrible explicación de lo que está sucediendo en los estadios de fútbol y que hace parar el tiempo de juego.
Las crónicas deportivas sin de vergüenza y se ven obligadas a constatar el hecho, que normalmente termina en muerte: la muerte súbita del adulto o repentinitis. Esta es la estricta y pura verdad: los políticos de todos los partidos han engañado a la población llevándola a la muerte cardiorrespiratoria, el turbocáncer o enfermedades autoinmunes, en el que el sistema inmunológico trabaja contra uno mismo, los medios asesinos de comunicación sembraron el pánico, las trepamediocres autoridades satanarias establecieron sus protocolos de liberticidas de muerte, en base a informes de comités de expertos que nunca existieron, las enfermeras se olvidaron de todo lo aprendido en sus carreras y abjuraron del consentimiento informado y se dedicaron a inyectar el veneno de muerte a una sociedad confiada, los médicos silentes o codiciosos se plegaron al designio genocida, se pusieron en marcha la palabras mantra con que se ha envenenado a la gente durante décadas como solidaridad.
Las consecuencias están siendo terribles y están ante nuestros ojos. Otros muchos se desvanecen en sus casas, en los lugares de trabajo o se desploman por las calles y no merecen ni una línea en los noticiarios, pero lo que no se puede ocultar es que los estadios han convertido el fútbol en un espectáculo de muerte. Lo nunca visto: la muerte acecha como espectáculo. Ha llegado el momento de decir basta. Es hora de que los Florentino Pérez y los Enrique Cerezo den una explicación plausible y no asistan al espectáculo indiferentes como césares romanos. Es hora de que todos asumamos que hemos sido engañados y se acabe de una vez la farsa.
O eso, o en vez de estadios terminaremos teniendo tanatorios. Vamos camino acelerado de ello.