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Mi viaje iniciático iniciado con «Bergoglio, el cojón del anticristo» ha concluido

Redacción




Enrique de Diego.

He cerrado el círculo. El libro está completo. «Bergoglio, el cojón del anticristo» nació de intuiciones como que Bergoglio no es Papa y de una exhaustiva investigación sobre las Apariciones de la Virgen María: Garabandal, Medjugoje (Herzegovina), Amsterdam, Akita (Japón), Kibeho (Ruanda), Civitavechia (Italia), Lourdes (Francia), cuyo mensaje me parece de rabiosa actualidad y a la que aporto interpretaciones nuevas bajo la intercesión de esa gigante de la santidad que es Santa Bernadette Soubirous. Todo ello bajo la sospecha, en plena plandemia, cuando el mal dominaba el mundo, de que Dios se ha olvidado de nosotros al darle nosotros la espalda y que nos merecemos un castigo como el de los tiempos de Noé.

Bueno, de las Apariciones tenemos la certeza de que Dios no se ha olvidado. La Virgen María viene siempre a buscarnos, llora lágrimas de sangre por nosotros. Hay unas constantes en los mensajes marianos: una gran apostasía en la cabeza de la Iglesia, en la misma Roca de San Pedro, un gran castigo que sólo puede evitarse mediante el sincero arrepentimiento, la penitencia, y con las armas del Santo Rosario y la Cruz redentora.

Ha sido un viaje iniciático que me ha dado una inmensa paz y en el que las intuiciones se han confirmado tras una investigación trepidante: Bergoglio está excomulgado, late sententiae, ipso facto, y con él toda la mafia de San Galo que manipularon la elección del Cónclave, y ha caído sobre ellos la excomunión prevista y establecida por San Juan Pablo II en el decreto Universi Domini Gregis.

Es el modernismo, compendio de todas las herejías, pecado contra el Espíritu Santo, condenado por San Pío X en la Encíclica Pascendi, cuyas 65 proposiciones condenadas las podemos reducir a tres: Jesucristo no es Dios, las Escrituras son un texto humano, no inspiradas por el Espíritu Santo, la Resurrección no es un hecho histórico sino una creación de los primeros cristianos. En suma, no hay nada sobrenatural en la Iglesia.

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En la «mafia de San Galo» todos son modernistas, en el neo cardenalato bergogliano todos son execrables modernistas, Bergoglio es modernista contumaz. No tienen fe. El modernista, que es un apóstata completo, no se va de la Iglesia; se queda dentro para destruirla y acomodarla a su podredumbre. Así el cardenal Karl Lehman llega a declarar que «yo no creo en la Iglesia católica».

Consciente de que ésta es la batalla decisiva contra el globalismo, el libro «Bergoglio, el cojón del anticristo» es un ariete, una flecha certera contra el corazón del enemigo, que ya tiene vida propia y vuela, en los primeros puestos de ventas, en las dos orillas del Atlántico y por todo el mundo, gracias a La Voz de César Vidal. Ahora falta que los lectores entusiasmados con el libro lo recomienden formando una ola liberadora y sanadora.

Ahora mi conciencia está tranquila para luchar, a las órdenes de San Miguel, contra la secta bergogliana. Seguro de la victoria. Como le dijo la Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra, a la mística húngara Sor María Natalia Magdolona (1902-1992): «En el instante en que Satanás tenga la ilusión de ser el amo del mundo y que le ha llegado el momento de instalarse en su trono, le arrebatarle su botín. La victoria será tan solo de mi Hijo y mía».