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Carta abierta al alcalde de Algeciras: Usted, merluzo, no se entera de nada, mejor váyase a casa

Redacción




Enrique de Diego.

Le he estado escuchando, José Ignacio Landaluce, en Trece Televisión, en ese programa que mejora un poco cuando toma vacaciones el vago de siete suelas de Antonio Jiménez. Usted no se entera de nada, usted es un calzonazos, usted es un imbécil proteico que está llevando a Algeciras al desastre y va a conseguir convertirla en una mezcla de Nairobi y Mogadisco. Usted es un impresentable sin agallas, que de hecho ha dejado de ser, por cobarde y acomplejado, pues no hay persona más rastrero que un pepero, alcalde de Algeciras y ni tan siquiera ha caído en la cuenta.

Usted hace el recuento de sus desgracias y casi todo se reduce, lacayo, a que no hay «respeto institucional», a que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska ha estado tres veces y no ha quedado con usted a tomarse unas cañas; que ha inspeccionado instalaciones municipales y ha pasado hasta el culo de usted. Y ¿para qué iba a llamarle? Eso sería una pérdida de tiempo. Usted, Landaluce, es un cero a la izquierda. Usted en algún momento cedió y ahora a usted le traen barcos desde Libia, con lo que Algeciras va a dejar de ser Europa y va a ser muy pronto África, por culpa de usted, llorica, plañidera, pedazo de idiota. Usted cobre a fin de mes y calle, deje de dar la murga y ponerse en evidencia. ¿No tiene bastante con hundir su ciudad que además tiene que ponerse en ridículo? Usted es un lameculos de Susana Díaz, que se lo está montando, a estar horas, en un hotel de lujo con el tieso.

Usted se ha inventado que por un lado va el corazón y por otro la cabeza; con el corazón, usted acogería a toda África y le emociona que le llamen humanitario y solidario, y todas esas trampas que se ponen a las mentes y los caracteres débiles como el suyo; y por otro la cabeza: que no hay dinero, que no se puede dejar a miles deambulando por ahí. Sea usted claro, sea usted directo, no sea un mierda, diga que no se deporta a nadie y que se les pone en la calle de inmediato. Por supuesto, África no cabe en España, como dije, que debía haber tenido usted la decencia de haberme citado, pero es que le están metiendo África en Algeciras y le van a saltar las costuras de la ciudad y los narcos van a pasar a ser señores de la guerra con levas baratas, muy baratas. Usted no tiene cabeza. Tampoco tiene redaños, con esa voz meliflua. Y su corazón es una uva pasa de Corinto, de tantos complejos como le atenazan.

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Usted repite monsergas insufribles. Habla de «menores no acompañados», como si fueran niños que se han perdido en el Mediterráneo, y usted tiene el problema de que ya no tiene camas, aunque siempre puede llevar al niñato de los másters a hacerles el besamanos. Usted no es capaz de decir que son adolescentes, altamente conflictivos, muchas veces mayores de edad, que mienten, y que son soltados por sus familias para que los alimenten los estúpidos europeos. Son los más peligrosos. Por Europa, los campamentos de estos «menores no acompañados» son cloacas de delitos y violencia.

Usted no se aclara. Usted dice esas chorradas de los ignorantes y los cobardes de que hay que resolver los problemas en los países de origen. Esa no es su función. De eso usted no tiene ni puta idea. No cobra por eso. Usted ahora cobra porque conviertan Algeciras en la Isla Tortuga de las ONG esclavistas. Usted va a tener una operación de paso del Estrecho que va a dejar Algeciras reducida a pavesas. Usted, merluzo, no tiene que preocuparse por África, sino por Algeciras. Usted, en efecto, está haciendo el primo y no precisamente de Zumosol. Con usted, en efecto, están jugando las mafias como les da la gana, por un lado, y este Gobierno felón y nepótico, por otro. Que a usted, pringao, no le llevan al Aquarius para chupar cámara, ni le encienden los focos con el Open Arms como a Ada Colau, la musa de los manteros; a usted se los traen al peso y de tapadillo.

Inmigrantes africanos a bordo del barco de Open Arms. /Foto: elconfidencial.com.

A usted le retrata el hecho de que es un espectador adicto de Trece televisión y se le ríen las carnes cuando una marisabidilla de tres la cuarto el agradece lo mucho que está acogiendo usted. Porque usted quiere que le hagan caso, que le llamen para tomarse unos finitos, pero no jugársela por su ciudad. Y cuando los efectos perversos de su dejadez sean clamorosos y evidentes, usted, José Ignacio Landaluce, va a ser el tonto de Algeciras, el tonto de España y el tonto de Europa. Usted ya está acabado. Váyase a casa y no se ponga en evidencia, plañidera.