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«La tercera campanada»: Urgente y necesario rearme moral

Redacción




Enrique de Diego.

El 14 de febrero de 1974, San Josemaría Escriváde Balaguer envió una carta, un documento precioso, muy bien escrito, por cierto, porque dominaba el castellano, y siendo uno de los autores más vendidos y de mejor estilo, a nadie se le ocurrió llevarle a la Real Academia de la Lengua. Esa carta es conocida como «La tercera campanada», por las tres que avisaban de la celebración de la Santa Misa.

En ella se estampa esa frase tremenda, lapidaria: «Toda una civilización se tambalea impotente y sin recursos morales». Miente quien diga que ya lo dijo él, entonces, en 1974, no se veían las consecuencias más perniciosas de la crisis de la Iglesia y las que hacen correr el riesgo de llevarse al mundo por delante. Pasaban los años, y me extrañaba que el Opus Dei la mantuviera oculta, guardada en un cajón, y no la hiciera pública para mostrar la clarividencia de San Josemaría, su inteligencia lúcida y preclara.

Mi amigo, el Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá de Henares, Javier Paredes me animaba a publicarla para el conocimiento general. Me decidí  a hacerlo, contando con los riesgos, y le añadí unas páginas mías sobre el pensamiento de San Josemaría y su perenne novedad, dando respuestas a todos los retos de nuestro tiempo. Una vez salido, me vi envuelto en una agria demanda en el Juzgado de lo Mercantil, en la que se me exigía la retirada del libro. Hubo que negociar con Manuel Cuchet, abogado de la Obra y al que yo conocía, pasando buenas jornadas de caza en la provincia de Toledo. Hoy veo que la carta está reproducida en webs oficiales del Opus Dei, que mi libro está en la biblioteca de la Universidad de Navarra, que un sacerdote del Opus Dei la ha publicado y que el Prelado del Opus Dei, Monseñor Fernando Ocáriz ha dicho que hay que dar a conocer las obras completas de San Josemaría, así que cumplido el objetivo de dar a conocer la «tercera campanada».

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Estas «crisis mundiales son crisis de santos», escribió en «Camino». Ahora, en 1974, es el lamento dolorido por los males que aquejan a la Iglesia y asolan, como reflejo, al mundo. Voy a citar sólo una frase, animando a leer la «tercera campanada», a saborearla, a percibir el profundo amor a la Iglesia de su alma entregada: «El mal viene, en general de aquellos medios eclesiásticos que constituyen como una fortaleza de clérigos mundanizados. Son individuos que han perdido, con la fe, la esperanza: sacerdotes que apenas rezan, teólogos -así se denominan ellos, pero contradicen hasta las verdades más elementales de la revelación- descreídos arrogantes, profesores de religión que explican porquerías, pastores mudos, agitadores de sacristías y de conventos, que contagian las conciencias con sus tendencias patológicas, escritores de catecismos heréticos, activistas políticos». La Iglesia confundida con una ONG, los males de la herejía modernista, compendio de todas las herejías, que niega la revelación.

Ahora la civilización no se tambalea sino parece que va a caer con estrépito sobre nosotros, cuando es necesario un rearme moral, encontramos una sociedad indefensa, inerte, noqueada, a la que se han tolerado y aún alentado y aún subvencionado todos los vicios; la droga, el sexo animalesco, la plaga del divorcio, el útero materno corrompido por el aborto, las Iglesias medio vacías, el Sacramento de la Penitencia casi abandonado…La gente manipulable y manipulada, que va despertar en medio de una pesadilla, a tener que luchar por su supervivencia. Nada se va conseguir si no se da ese rearme moral en las conductas. «Toda una civilización se tambalea impotente y sin recursos morales». Dios, ayúdanos.

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La tercera campanada, San Josemaría Escrivá de Balaguer, Editorial Rambla, Madrid, 2012, 95 páginas.