AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


Vox en rosa: Javier Ortega y Cristina Seguí, exnovios

Redacción




Miguel Sempere.

La intrahistoria de Vox, el partido de moda, tiene su página en rosa: el idilio entre Javier Ortega Smith-Molina y Cristina Seguí. La política les unió y la política les separó.

Ambos mantuvieron un devaneo que bien pudo terminar en boda. Los dos estaban libres. Javier Ortega es un firme partidario teórico de la familia pero no practicante; está soltero. Cristina Seguí es divorciada con un hijo.

Cristina Seguí, faldicorta, habla ante la Asamblea de Vox y Javier Ortega la mira embelesado.

En 2014, Cristina Seguí entró pisando fuerte, 1,72, ojos azules, y fue bautizada como «musa de la derecha«, con numerosos selfies luciendo palmito. Nacida el 14 de marzo de 1978, había ejercido una diversidad de trabajos: traductora, diseñadora gráfica, aunque sin terminar los estudios, y azafata de vuelo.

Javier Ortega, nacido en 1968, ha sido «boina verde» en el acuartelamiento de Rabassa, Alicante, desde d0nde salieron para la recuperación del islote de Perejil, con viento fuerte de Levante, como dijo Federico Trillo. Licenciado en Derecho por la Universidad de Alcalá, diplomado por la Escuela de Prácticas Jurídicas de ICAI-ICADE, no ha tenido, hasta ejercer la acusación popular en el proceso contra los golpistas separatistas catalanes, una carrera profesional brillante. Es un apasionado de la españolidad de Gibraltar donde ha llevado a cabo dos operaciones de guerrillero político: en 2014, retiró un bloque de hormigón y en 2016 desplegó una bandera española de grandes dimensiones en una ladera del Peñón. Demostrando su buena forma física, entró y se retiró a nado, recorriendo varios kilómetros. En Gibraltar le tienen fichado.

Cristina Seguí, luciendo palmito.

El devaneo amoroso entre la «musa de la derecha» y el «boina verde«, quien en las COES aprendió que «la misión se cumple», según Gonzalo Altozano, pintaba bien, de forma que Ortega iba camino de abandonar su pertinaz soltería y entrambos contribuir a la decaída natalidad nacional, materia en la que es deficitario, hasta que Cristina Seguí decidió tirar de las alfombras y hacer público que el presidente entonces de Vox, José Luis González Quirós había facturado al partido la bonita cantidad, excesiva a todas luces para un partido pequeño, de 58.000 euros a través de la consultora Mind & Matters, de su propiedad, y también había colocado con sueldo a su hijo a llevar la web del partido.

NO TE LO PIERDAS:   Vox prevé llenar el Palacio de Vista Alegre en su momento dulce

Fuentes internas de Vox, críticas, consideran que Cristina Seguí se enfadó mucho porque allí todo el mundo se había puesto un sueldo, incluido Javier Ortega, y cobraba, menos ella. En medio de la zarabanda generada, Cristina Seguí concedió una entrevista reportaje a la fenecida revista Interviú, en la que salía rutilante y ligera de ropa.

Cristina Seguí en Interviú.

El 26 de junio de 2014, Cristina Seguí dimitió de sus cargos en Vox y se dio de baja como militante, aunque declaró que seguiría apoyando «el proyecto de Vox y Santiago Abascal«, quien entonces era candidato a la presidencia del partido y que incluso podría volver a la política si era llamada por Santiago: «estoy ahí para todo lo que Santiago necesite«. Luego se ha reinventado como figura mediática, tertuliana y hábil polemista.

Vox echó tierra sobre el asunto. Iván Espinosa de los Monteros justificó que el partido había subcontratado para las elecciones europeas en las que el cabeza de lista fue Alejo Vidal Quadras, a personas de confianza. Un argumento, sin duda, pobre para un partido que predicaba y predica la limpieza en política.

Entre el amor y el partido, entre Cristina Seguí y Vox, Javier Ortega optó por Vox. La ruptura política conllevó la amorosa. Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.