Luis Bru
En los meses de agosto y septiembre, los satélites detectaron en las islas de Sumatra y Borneo 130.000 focos de fuego, en incendios pavorosos que consumieron una cuarta parte de la selva tropical de esas islas indonesias. Esos incendios emitieron una gran cantidad de CO2 y limitaron sustancialmente los sistemas naturales de purificación del aire.
En Indonesia se han talado o quemado 74 millones de hectáreas de bosque, lo que representa dos veces la superficie de Alemania. Se sirve así a la voracidad depredadora capitalista de una gran cantidad de multinacionales de los sectores de la alimentación, los biocombustibles, la limpieza y la cosmética. De hecho, la producción de aceite de palma se ha multiplicado por 4 desde 1995, cuando fue de 15,2 millones de toneladas, a 60,5 millones de toneladas en 2014.
Y esa multiplicación ha provocado la deforestación y el cambio de hábitat más importante en el Planeta. Además, de Indonesia, el mismo proceso se está viviendo en Malasia y también en Papua Nueva Guinea, donde los aborígenes han sido llevados a una situación crítica. Los efectos sobre la fauna son también demoledores y están afectando de tal manera al orangután que lo han llevado a estar en peligro de extinción.
El Parlamento europeo aprobó por 640 votos a favor, 18 en contra y 28 abstenciones declarar las plantaciones salvajes de palma como una de las principales causas de deforestación del Planeta e instar a la Comisión Europea para que lo elimine de los biocaburantes en 2020.
Pero por ahora solo es retórica. Son muchos de los intereses en juego. He aquí algunas de las empresas en juego: Uniliver, Nestlé, Dove, Rexona, Lay’s, Matutano, Calvé, Ligeresa…
Funciona una Mesa Redonda Sostenible de Aceite de Palma que extiende certificados de sostenibilidad. Para Greenpeace, que lleva décadas denunciando la deforestación y la lesión a los derechos humanos de los aborígenes, estamos ante “un engaño mediático”. Sinar Mas, multinacional que controla el 10% de la producción, ha sido denunciada por sus prácticas, a pesar de contar con tales certificados.
Lo llamativo es que este atentado ecológico de abrumadoras dimensiones, que afecta a grandes extensiones, es perpetrado por firmas que tienden a hacerse publicidad verde con mensajes ecológicos y también de vida sana mientras nuestras grandes superficies rebosan de aceite de palma y nuestras arterias de grasas saturadas y de colesterol LDL.