Miguel Sempere
Vox nació como una escisión del PP para recolocarse algunos dirigentes de ese partido que no iban a encontrar acomodo en las listas. Los casos más notorios, los de Alejo Vidal-Quadras y Santiago Abascal. Era también la forma de generar confusión a la derecha del PP, para evitar un competidor serio, una estrategia permanente en Génova.
Y también, desde el principio, nació con un alto grado de lo que comúnmente se conoce como corrupción y con sueldos para una cúpula de cargos orgánicos, a pesar de no obtener representación. En cinco meses, José Luis González Quirós, presidente en funciones que cobraba 5.000 euros al mes, facturó al partido 58.000 euros a través de la consultora Mind and Matters, de él y de su hijo, que recibía 2.000 euros mensuales por gestionar la web del partido. Iván Espinosa de los Monteros consideró que “se ha subcontratado con gente del partido, como es natural”.
Actualmente Santiago Abascal cobra un sueldo mensual de 3.500 euros, y otros cargos del partido también reciben retribuciones, por lo que las cuotas de los militantes y las donaciones, han sido utilizadas, básicamente, para financiar los sueldos de los cargos. Rambla Libre ha reproducido testimonios de personas con responsabilidades en Vox, que han abandonado ese partido, como Diego López Ordóñez, de Badajoz, o Marian Rey, de La Coruña, informando de que a las agrupaciones locales no llegaba propaganda ni ningún servicio; estaban totalmente desasistidos; todo el dinero se dedica a la cúpula.
En las elecciones europeas de 2014, con candidatura encabezada por Alejo Vidal-Quadras, Vox obtuvo 244.929 votos, el 1,56% de los emitidos y le faltaron 50.000 votos para obtener escaño. Tras la dimisión de Vidal-Quadras y el abandono del partido (volvió a pedir el voto para el PP), se hizo con las riendas de la formación el exdiputado autonómico del PP, Santiago Abascal quien en las elecciones del 20 D de 2015 obtuvo 57.733 votos, el 0,23%. En las elecciones del 26 J de 2016, descendió aún más hasta los 46.781 votos. Y en las elecciones vascas, Vox obtuvo 774 votos el 0,07, mientras a las gallegas Santiago Abascal ordenó, sorpresivamente, no presentarse, seguramente para no restar votos a Alberto Núñez Feijoo.
Esta serie de desastres electorales hubieran debido significar la dimisión de Santiago Abascal, pero quiere y necesita vivir de la política, pues no ha hecho otra cosa en su vida.
Vox es ahora un partido prácticamente inexistente, tras seguir una línea en la que los militantes, especialmente en las provincias, han sido ninguneados y, algunas veces, vejados. Es una pequeña cúpula que, según personas que han pertenecido a ese partido, “han formado su chiringuito”, con algunas centenas de militantes en Madrid, junto a pequeños núcleos en Burgos, León, Cuenca, con la ambiciosa Inma Sequí, y Sevilla, y que ha, prácticamente desaparecido de Galicia, Vascongadas, Comunidad Valenciana, Murcia y Cataluña.
Vox es una emanación de Intereconomía, empresa en concurso de acreedores que pretende financiarse de las limosnas de los espectadores. Julio Ariza es el poder en la sombra, llegó a intervenir en el Congreso del partido, y Rambla Libre ha podido confirmar que “nombró”, durante veinticuatro horas, presidente del partido en Málaga, a José Luis Caballero, un peculiar empresario del tarot. Es Julio Ariza el que marca la estrategia.
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