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El club del dátil y Fernando Llopis, el 19 del PP

Redacción




Fernando Llopis. /Foto: alicanteactualidad.com.
Fernando Llopis. /Foto: alicanteactualidad.com.

César González

En la historia de España ha habido dirigentes para todos los gustos. Desde aquellos a los que su pueblo les apodó como ‘El Sabio’, ‘El Justo’ o ‘El Bueno’, a esos otros que recibieron de sobrenombre ‘El Temerario’, ‘El Cruel’ o ‘El Chico’. En Alicante y provincia tenemos uno llamado ‘El 19 del PP’, un chusco alias que en las crónicas locales requerirán de un amplio pie de página para explicar a las generaciones del futuro todo el simbolismo (para mi gusto fatídico) que encierra.

Aquel que “sólo tiene el insulto en la boca” y que “representa la parte más tóxica de Ciudadanos”, en palabras del alcalde alicantino, vuelve a la primera línea de la política. No por ser noticia anunciada y previsible desde hacía tiempo, ha evitado que a muchos se nos agriara el café cuando leímos que el descabalgamiento del portavoz de Cs pretende dotar de todo el control del grupo municipal de Alicante al responsable de la gestora local, el ínclito Fernando Llopis.

Tuve el enorme disgusto de compartir con ‘El 19’ militancia en UPyD, partido que se encargó de descoser de arriba a abajo para obtener más y más poder orgánico. Su historia, no sé hasta que punto conocida, denota unas habilidades políticas semejantes a las de los mismos conspiradores que en la corte de Alfonso VI, mediante falsas acusaciones, provocaron el destierro de El Cid. De acuerdo a los valores políticos de hoy en día, ‘El Campeador’ habría de ser considerado un tránsfuga, aunque el poema épico nos relata su manifiesta heroicidad, hasta el punto de aún hoy encarnar los valores del buen castellano por deberse a su conciencia y su honor.

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Avalado por un grupo de doctores Frankestein, que imagino aún tendrán inflamadas sus conciencias, en la pugna por las primarias de Alicante auspiciaron la candidatura de ‘El 19’ como jarabe contra otros males menores. Retorcieron los estatutos y las decisiones orgánicas a fin de que su falta de antigüedad, militancia y conocimiento en el partido, transitara apaciblemente por el borde de la norma.

Dicho esto, hemos de preguntarnos ¿qué ha hecho Llopis por su ciudad y por los partidos por los que ha pasado? ¿Incrementó la afiliación entre los magentas?, ¿aumentó el número de agrupaciones?, ¿creció el número de votos? Más bien todo lo contrario. Impuso gestoras, abrió expedientes, colocó validos que velaron por sus intereses en las municipios, y perdió con la dupla que formó con Toni Cantó, el congreso por la dirección del partido frente al actual portavoz parlamentario de Cs, Alexis Marí, del que le gusta burlarse en las redes sociales llamándole “leñador”. Como remate ejemplar de sus malas artes, en las últimas elecciones municipales se quedó sin el acta de concejal que consiguió en 2011 merced al enorme esfuerzo personal de los afiliados. Con los datos en la mano, se puede demostrar que su cara en los carteles quita votos, y no pocos.

Respecto a su ciudad, se dedicó a ser feliz comparsa de un PP corrupto y putrefacto a cambio de algunas prebendas. Las conocidas son asesores, cargos de confianza y desorbitadas dietas en los consejos de Aguas de Alicante.

Con semejante expediente, qué aporta, además de un ego como una plaza de toros, un personaje como Llopis a Ciudadanos. No cabe otra respuesta que servir a los intereses del club del dátil, dirigido por la dupla del ripollismo formada por los diputados autonómicos Emigdio Tormo y Emilio Argüeso. Entre otros ilustres de esta organización de prácticas medievales por no decir mafiosas, son miembros distinguidos la diputada Marta Martín, el senador Luis Crisol o Francisco Sánchez, director del CEU-Cardenal Herrera.

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Y digo que son intereses personales los que les mueven, porque lo que ha trascendido de ellos son sus esfuerzos por colocar a sus afines y a ellos mismos en puestos muy bien remunerados de las instituciones. Por ejemplo, José Manuel Bonilla al frente del SUMA en el marco de una polémica contratación que se ha dirimido en los tribunales.

Como se deduce, el club del dátil no es un afamado restaurante ilicitano, ni tampoco un burdel con luces de neón, sino un grupo de presión formada por cadáveres de la política. Desde Elche al resto de la provincia y tratando Alicante como si fuera su pedanía, aúnan intereses personales y políticos utilizando para tal fin a Ciudadanos, llevándose por delante a cualquier opositor

Poco más que añadir a la triste aportación de los naranjas a la política alicantina. Continuos conflictos internos en los puntos más variopintos de la provincia, gestoras, expulsiones de concejales y una paupérrima oposición en el consistorio alicantino. Así que sólo me queda desearles la mejor de las suertes a los afiliados de Cs de buena voluntad, recordándoles cuando vean a ‘El 19’ el conocido aforismo político atribuido a Pío Cabanillas: “Cuerpo a tierra que vienen los nuestros”.