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Bashar Al-Asad, el defensor de los cristianos

Redacción




Bashar Al-Asad, un gran hombre. /Foto: globalresearch.ca.
Bashar Al-Asad, un gran hombre. /Foto: globalresearch.ca.

Virginia Montes

El día de Navidad, Bashar Al-Asad giró visita a las monjas del monasterio de Sednaya. Lo hizo junto a su mujer, sin velo, y a sus hijos. Un gesto significativo, más allá de la propaganda, pues no iba a ser publicitado por ningún medio, y respondiendo a la más estricta realidad: sólo han quedado cristianos en las zonas donde el gobierno sirio no ha perdido el control de las poblaciones.

Quedan cristianos en Alepo en los barrios que han estado siempre bajo control gubernamental. No queda ninguno en las zonas controladas por esos supuestos ‘rebeldes’, que siempre han sido sanguinarios integristas suníes. Jean-Clément Jeanbart, arzobispo de Alepo, describe “la cara triste y desesperada de los cristianos de Oriente al ver las privaciones de todo tipo que tienen que sufrir todos los días y las desgracias que acechan cotidianamente su existencia”.

La manipulación mediática ha sido abrumadora y unánime, pero la realidad ha sido muy otra: quienes han tiranizado y asesinado al pueblo real han sido esos supuestos benignos rebeldes, apoyados por Estados Unidos, Arabía Saudí y Turquia. El Padre David Fernández, misionero argentino en Alepo, resalta que “no hay persecución del gobierno hacia el pueblo como muchos piensan, sino desde los grupos terroristas”, al tiempo que “crece la fe heroica de los cristianos, a pesar de que son martirizados”. El arzobispo caldeo de Alepo, Antoine Audo, señaló, en su momento, antes de la liberación, que en esa ciudad siria “se vive la situación más dramática porque está a cuarenta kilómetros de Turquía y todos los ataques llegan de Turquía. Allí acogen a estos grupos armados, les dan formación militar, armas y la ayuda necesaria para atacar Alepo”.

Tras la liberación de Alepo, los cristianos han podido volver a su catedral destruida en unas navidades agridulces. Los rebeldes se han dedicado a exterminar a los cristianos; las tropas de Bashar Al-Asad –pertenece a la rama chíi, alauita- a protegerlos y defenderlos. Esa es la realidad.

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La intervención rusa ha tenido como una de sus finalidades impedir el exterminio de los cristianos y se produjo a petición y con el respaldo de la Iglesia Ortodoxa, tras la reunión de los patriarcas (el de Antioquía, griego-ortodoxo, griego-católico, siriaco-ortodoxo, siriaco-católico) reunidos en Damasco, en junio de 2015, desde donde acusaron a la comunidad internacional y a la ONU de negligencia y denunciaron que la persecución “es muy silenciada por los medios de comunicación y a veces tergiversada”.