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Tras defecar las huelguistas en los probadores, España sigue igual que ayer, un poco más hundida en el ridículo

Redacción




Manifestantes feministas en Barcelona imitando a los maoríes. /Foto: lavanguardia.com.

Yolanda Cabezuelo Arenas.

Al grito de «la talla 38 nos aprieta el chocho» entró ayer un grupo de energúmenas en una tienda de Zara, pretendiendo afear la presencia de las dependientas en sus puestos de trabajo, y ya de paso defecar en los probadores y llevarse ropa de bóbilis bóbilis -eso sí, de la talla 40 para arriba-.

Yolanda Cabezuelo Arenas.

Lo de los probadores da una idea de la educación y el civismo, y sobre todo de la consideración de estas individuas hacia la persona que haya tenido que limpiarlos, hombre o mujer, que lo mismo da.

En un gimnasio de Bilbao otras energúmenas han querido impedir la entrada a mujeres que sí entran en una 38: «Arriba las barriguitas, abajo las Barbies«; supongo que entenderán por Barbie la que se levanta del sofá para no criar lorzas y no recurrir a culpar después, por tenerlas, al sistema de patriarcado. 

https://youtu.be/x_Dq41aAmjM

Pero lo peor ha pasado en la Complutense: irrupción violenta en aulas; ataques a estudiantes y profesores; actos vandálicos varios, entre ellos pintadas en paredes y puertas de los aseos, que hasta «Puta» han puesto antes de que alguien con un poco más de cerebro haya hecho notar la incongruencia con «la causa», y lo haya tachado. Todo un pisoteo a las libertades, pero eso sí: en nombre de las mismas.

La incongruencia está en esas mismas vándalas, porque las mujeres que van a levantar el país son precisamente las que estaban sentadas en sus aulas formándose, preparándose para poder exigir con la base y el peso de su cualificación, puestos de trabajo acordes con la misma.

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En general el ambiente ha sido «festivo«, como el de las huelgas de los institutos donde el estar permitida elevaba la Pella a la categoría de sublime; la misma amalgama de personas bien intencionadas y de cagadoras de probadores. Mucho saltito festivo y mucha pancarta del tipo «soy mujer y me masturbo«: como ven, todo muy útil y muy elegante. Eso en las concentraciones, porque en el diario transcurrir no se ha notado siquiera.

Que yo sepa el país no se ha parado. Ahí sigue, exactamente igual que ayer. Un poco más envuelto en el ridículo, eso sí, como ocurre siempre que algo muy cacareado se queda en agua de borrajas.