Josep Sansano
Se vendió como la gran operación diplomática monárquica, la demostración de la utilidad de la corona con sus relaciones con los hermanos, primos y sobrinos de los Saud. La obtención del contrato para la construcción del AVE entre La Meca y Medina fue vendida como un gran éxito, como un espléndido negocio, por su mediación, la princesa alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein se llevó la bonita suma de 5 millones de euros, que no serían sólo para ella, sino que, seguramente, ejercería de mujer del maletín para el ultracorrupto impune Juan Carlos de Borbón.
Pues aunque el contribuyente español no se está enterando, bastante tiene con luchar para salir adelante, tiene muchas posibilidades de pagar los platos rotos, que son muchos, y que se mueven como poco entre los 1.000 y los 1.800 millones de euros; esos son los supuestos sobrecostes en los que habría incurrido el consorcio Al-Shoula, que a pesar del nombre arábigo, es un consorcio español, y que los Saud se niegan a pagar. De ese consorcio, forman parte tres empresas estatales –Renfe, Adif e Ineco- con lo que las pérdidas para el contribuyente pueden ser importantes. Y decimos pueden, por ser optimistas, porque todo apunta a un descalabro seguro, de modo que el consorcio está intentando recurrir a un arbitraje internacional, para dirimir las diferencias, aunque no lo tienen fácil porque el contrato del “AVE de los peregrinos” no contempla esa opción.
El hecho es que el proyecto está prácticamente acabado. Sólo quedan 10 kilómetros de trazado. Además de los sobrecostes, hay retrasos en los pagos de hasta seis meses, porque los Saud andan, con la caída del petróleo, a la última pregunta o más tiesos que la mojama, pero, al tiempo, exigen que se cumpla con la fecha de entrega con la infraestructura. Un mal negocio, con tendencia a descalabro, que en su día se vendió como el contrato del siglo y del que Corinna se llevó un buen pellizco.