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Alicante, marginado e insurrecto

Redacción




Enrique de Diego.

La vertebración de la Comunidad Valenciana ha fracasado. Fue un bello ideal alicantino ofrecido al conjunto de la región que el PP pervirtió en un lodazal de corrupción y el tripartito de Mónica Oltra -Ximo Puig es un pelele- ha degenerado en una agresiva pesadilla pancatalanista. En Alicante no se invierte. Alicante está marginado. Alicante no recibe más que ninguneos y agresiones del catalanismo rampante y travestido de valencianismo que ataca a la españolidad y a la alicantinidad.

Alicante da mucho y no recibe nada. Alicante da mucho más que Valencia y recibe mucho menos. En población, es mayor. Alicante tiene una población de 1.920.000 más 650.000 transeúntes y Valencia de 2.120.000 más 150.000. Alicante aporta más en IVA, es sangrada con todo tipo de impuestos, como el confiscatorio de sucesiones. Y los servicios son cada vez peores. Y ahora, desde Valencia, lo que se practica es una política demoledora. Se presupuestan pagas mensuales para los inmigrantes ilegales que, en vez de ser deportados, se les hace un efecto llamada que hace peligrar la textura vital de Alicante. Se trata de estatalizar de manera estalinista la educación, se impone hasta niveles ridículos la ideología de género, en niveles de sectarismo una memoria histórica sesgada y se trata de imponer, con dinero público, un delirio separatista que convertiría a Alicante en una colonia de Barcelona.

La ciudad de Alicante está sucia y abandonada. Nada se hace y todo se deteriora, con unos partidos alicantinos sucursalistas que hace tiempo dejaron de ser alicantinos para ser cada vez más partidos, cada vez más mafias de colocación, donde los hijos inútiles suceden a los padres corruptos.

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Es la hora de Alicante, de que los alicantinos defiendan sus intereses y su modelo de sociedad y su forma de vida.

Rambla Libre ha sido testigo de reuniones de empresarios descontentos, de brillantes abogados, de militantes desencantados de los partidos, del PP, de Ciudadanos, y también de algunos que vieron en Podemos un instrumento de ruptura del sistema corrupto antes de que degenerara en otra farsa más del sistema, útil para limpiar las calles de reivindicaciones. Y en esas reuniones se comparte el malestar y crece la convicción de que es necesario hacer algo, dar un paso al frente, organizarse, ampliar la base, compartir el sentimiento de discriminación y el orgullo alicantinista.

Se establece la convicción de que la casta dominante en Alicante es cada vez más mediocre y está cada vez más plegada a Valencia para defender sus lesivos privilegios, de que está demostrando su debilidad, de que, por ejemplo, el PP que decía contar con 14.500 militantes solo tiene, realmente, 500 y de que ha devenido en una ficción que depreda a la instituciones, que sangra a los contribuyentes, de forma que en 2016 la Diputación de Alicante desvió 170.000 euros a la dirección provincial del PP. Se coincide en que es urgente y preciso recuperar el alicantinismo y que los alicantinos asuman su responsabilidad histórica del momento y dirijan su destino frente a las imposiciones y depredaciones foráneas, que es preciso defender a los comerciantes fritos a impuestos, que es necesario revitalizar los barrios, que es preciso bajar los impuestos, que es de dignidad perseguir a los corruptos y erradicarlos. Y que debe extenderse un sentido de comunidad de amplia base. El mar de fondo sube irreprimible. Alicante está en marcha.