Enrique de Diego.
En mis primeros años juveniles, pero ya de madurez profesional, como jefe de sección política de Abc -no de la escoria del Abc plano y woke actual- una de las informaciones prioritarias era la vasca, la que ocupaba las tres provincias vascas, cuyos corresponsales se veían obligados a escribir con pseudónimo por el terrorismo. Daban una información puntera. Me consideré obligado a pasar mis vacaciones en el País Vasco y visitarles personalmente, dándoles ánimos. De paso, entré en contacto con líderes vascos como Jaime Mayor Oreja, y los nacionalistas Xabier Arzalluz, Román Sodupe, José Antonio Ardanza, Carlos Garaicoechea. Visité batzokis.
Andaba Xabier Arzalluz metido en el berenjenal de que los vascos eran una etnia propia dada la proliferación del Rh+ y todos reverenciaban a Sabino Arana, quien situaba la etnia por encima de la lengua, el euskera y consideraba a Vascongadas una Arcadia feliz.
Nada hacía presagiar la mutación del nacionalismo vasco hacia la sumisión globalista y hacia la aberración islamoizquierdista y multicultural. Esa aberración ha sido dada carta de naturaleza como traidor por el presidente del Euskadi Buru Batzar. Aitor Esgteban diciendo que el futuro presidente bien puede llamarse Hassan, cuando Sabino Arana le miró los 128 apellidos a su futura esposa.
La venta al globalismo convierte al PNV y a Bildu en traidores a la esencia de su pueblo y explica el avance del islamismo en las tres provincias vascas. Ya no queda nada del nacionalismo identitario. El PNV es una escoria y Bildu otra, con Arnaldo Otegi diciendo que no conviene equiparar aumento de la inseguridad con inmigración ilegal. El imbécil de Imanol Pradales -dame pan y llámame tonto- se escandaliza porque Isabel Ayuso no se ponga el pinganillo en la Conferencia de Presidentes, cuando las tierras vascas se mueven bajo sus pies y llegan ecos islámicos, en árabe, del Norte de África, se celebran los goles de Marruecos, el Athletic de Bilbao ha perdido su identidad de cuando el lehendakari era José Antonio Aguirre, ex jugador.
Vascongadas están en serio peligro de terminar siendo una cora de cualquier califato. Es penoso lo que estamos viviendo. El PNV y Bildu han degenerado en pandillas de gilipollas afectados por el virus woke laborando por un proceso de sustitución étnica de los Urritoexea por los Ben Alí, que no tendrán piedad con los vascos autóctonos. De todos los engendros que nos ha tocado vivir esta degeneración lacaya del nacionalismo vasco es la más ridícula, amén de la más peligrosa.
En Cataluña la ponzoña islamoizquierdista de Esquerra Republicana de Rabat y la multicultural de Junts per no se sabe qué ha tenido respuesta en el partido Aliança Catalana de la gran alcaldesa de Ripoll, Silvia Orriols. Un partido, que con todo en su contra, avanza imparable rompiendo las conjuras de silencio y poniendo en berlina la insensatez de unos partidos que harían avergonzarse a Enric Prat de la Riba y que van directamente contra Cataluña y contra el sentir y la supervivencia del pueblo catalán. Aliança Catalana va disparada en las encuestas que ya le dan diez diputados y se dispone a condicionar toda la política catalana y aún la española.
Vuelvo la mirada a aquellos años juveniles para asombrarme ante la colosal traición del PNV y Bildu que pone en riesgo a la sociedad vasca. Me pinchan y no sangro. Se dan las condiciones objetivas para que salga una Alianza Vasca a semejanza de la Aliança Catalana. Es imprescindible y urgente su aparición arrolladora. Vienen a mi memoria aquellas imágenes de los batzokis con los mapas de las siete provincias vascas, por ejemplo en Azpeitia con Román Sodupe, y no dio crédito a la evolución-mutación del nacionalismo vasco, que no lo conoce ni Sabino que lo parió. PNV, traidor. Bildu, traidor. El presidente del PNV nunca se apellidará Hassan. Eso es una ensoñación bastarda que nunca sucederá. Alianza Vasca lo impedirá salvando a los vascos de esta pesadilla amorfa y suicida.