
La semana pasada el Papa se reunió a puerta cerrada con los obispos italianos durante una hora y media. Según relataron algunos participantes en esa reunión al importante diario italiano, el Papa dio un consejo sin matices a los prelados italianos: los homosexuales no deberían ser admitidos en el seminario. En la conversación, que tuvo un tono muy coloquial, según informa La Repubblica de varias fuentes concordantes, el Pontífice argentino también dijo, a modo de broma, que ya hay demasiada «mariconería» en ciertos seminarios.
Entre las cuestiones que surgieron con especial ímpetu en la conversación ‘a calzón quitado’, estaría la decisión tomada hace años por el Papa Francisco de fusionar dos diócesis -hasta ahora 41 en total- «in persona episcopi», es decir, bajo la dirección de un solo obispo, para reducir el número pletórico de 226 diócesis en Italia, unicum en el mundo. Fusiones que, sin embargo, han suscitado dificultades y críticas que los obispos italianos, durante la reciente visita Ad limina a Roma, expresaron sin pudor al Papa, quien, según el citado medio italiano, ahora ha informado que tiene intención de interrumpir esta práctica.
Seminarios y homosexuales en Italia
En cuanto a los seminaristas homosexuales, el tema es objeto de debate desde hace meses. El pasado mes de noviembre en Asís, la Asamblea Plenaria de los obispos italianos aprobó una nueva Ratio formationis sacerdotalis, es decir, el reglamento para los seminarios en Italia.
El texto aborda los más diversos aspectos de la preparación al sacerdocio como la formación permanente a la educación afectiva o el acompañamiento vocacional a la cercanía al pueblo de Dios- y que aún no ha sido publicado porque, desde entonces, está en estudio por el Dicasterio vaticano para el Clero para su aprobación final. Durante el debate en Asís uno de los temas que más dividió a la Asamblea fue la cuestión de si admitir o no a seminaristas homosexuales.
La línea, hasta ahora, había sido la de seguir las indicaciones del mismo Dicasterio del Clero que, en una instrucción de 2005 (cuando Benedicto XVI era Papa) confirmada en 2016 (cuando Francisco era Papa), establecía que «la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir en el Seminario y en las Sagradas Órdenes a quienes practican la homosexualidad, tienen tendencias homosexuales profundamente arraigadas o apoyan la llamada cultura gay».
Entre posiciones más progresistas y más conservadoras, en la asamblea de Asís los obispos italianos cuestionaron la posibilidad de abordar la cuestión de otra manera, sintiéndose alentados precisamente por la apertura del Papa Francisco hacia las personas homosexuales. Sin querer contradecir la instrucción vaticana, la Conferencia Episcopal Italiana discutió una enmienda que, según La Repubblica, se limitaba a distinguir entre actos y tendencias, reiterando la obligación del celibato para todos los seminaristas, tanto homosexuales como heterosexuales, abriendo la puerta a candidatos homosexuales al sacerdocio comprometidos con la elección del celibato. La enmienda, según el citado medio italiano, fue impugnada por un número significativo de obispos, pero aun así fue aprobada por la mayoría de la asamblea de otoño.
La Reppublica desvela que durante la reunión de hora y media con el Papa la semana pasada, con motivo de la asamblea de primavera, dos o tres obispos quisieron volver sobre el tema, y uno en particular preguntó explícitamente al Papa qué hacer cuando un homosexual llama a las puertas del seminario. Y el Papa, que ya había expresado su oposición en el pasado, respondió de manera firmemente negativa: al tiempo que subrayaba el respeto debido a cada persona independientemente de su orientación sexual. Bergoglio habría dicho que es necesario poner límites e impedir que haya el riesgo de que alguien que es gay elija el sacerdocio y acabe llevando una doble vida, continuando practicando la homosexualidad y sufriendo también este disimulo. Al parecer, el Papa aderezó sus consideraciones, para sorpresa de más de un obispo, con una broma sobre cierta «mariconería» que ya existe en ciertos seminarios italianos.
El Papa ha confirmado con sus propias palabras lo que es un secreto a voces en los seminarios de medio mundo. En palabras del Pontífice: «hay demasiada mariconería».