Enrique de Diego.
Un edificio ha ardido en 30 minutos de manera pavorosa. El sistema no da información sobre las cusas del incendio; el mutismo es total. El sistema se comunica para personas irracionales, mediante la emotividad y el sentimentalismo: que si los bomberos se han portado muy bien, para eso les pagan, y luego parece que no se han portado tan bien, que si ha habido una ola de solidaridad con los taxistas haciendo cola para recoger a los afectados, que si una nube de psicólogos han acudido para ayudarles a superar sus traumas y que se sientan protegidos. El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, y la alcaldesa de Valencia han decretado tres días de luto y han puesto las chiquichientas banderas a media asta.
Pero no se dice nada del origen del incendio. Sólo en ocasiones se dice que se originó en un piso vacío y ya se apunta a que pudo ser un patinete eléctrico que explotó y luego se propagó con suma rapidez por el aluminio de la estructura y de los revestimientos. Algo muy grave ha sucedido que al sistema no le conviene que se sepa, pues, siempre, lo primero es dar a conocer el origen y las causas del incendio. En un edificio moderno que presumía de los materiales utilizados.
El único que ha sabido dar una pista es Colin Rivas quien apunta a un concesionario repleto de coches eléctricos. «Fijaros a esta foto. Es del concesionario de coches eléctricos CHINO del bajo de los edificio ardido valenciano. Se dice que había baterías de litio y patinetes eléctricos almacenados en sitios del edificio e incluso dispuestos de la basura. ¿Que intuís?»
Lo del edificio en llamas en Valencia huele muy mal. Carlos Mazón, un globalista irredento, debía haber aclarado el terrible suceso y no andarse por las ramas. Debía hacer nombrado una comisión investigadora que en dos días aclare el suceso. Las fuentes oficiales está en babia. Muy sospechoso.
El suceso ha sido de tales dimensiones que hay numerosos errores que es preciso depurar urgentemente.