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Pashminagate (3): Un matrimonio roto

Redacción




Enrique de Diego.

El que narra es David Rocsolano. «Aquella fue la Aquella fue la última vez que en mi familia se habló de Érika. Se borró de nuestras conversaciones. Sobre todo en presencia de Letizia. Como si el solo nombre de Érika pudiera ofenderla o hacer aflorar algún sentimiento de culpabilidad. Yo estoy convencido de que, en algún momento, sí se tuvo que sentir culpable. Yo la culpo. Por omisión. Por no ser consciente de lo que ocurría en su entorno. Mis palabras son muy duras, lo sé. Pero no me retracto. No suelo mentir. También tengo la certeza de que Letizia no tardó demasiado tiempo en autoabsolverse y, quizá, olvidar. Por eso jamás se habló de Érika. Por eso Letizia se aisló y prefirió culpar a otros».

Esta historia trágica tiene un coletazo tremendo: «Unos meses después, sonó mi teléfono. Era Antonio Vigo.

—Te llamó porque no sé a quién recurrir, David. Es que… Bueno. No te lo vas a creer. Letizia y Paloma me han pedido que suscriba un régimen de visitas regulado de mi hija Carla.

—¿Pero qué me estás diciendo? —yo no me lo podía creer.

—Que me quieren quitar a la niña, David. Que quieren la custodia para ellas.

—Pero eso es un disparate, Antonio. Eso no lo pueden hacer. Por muy princesa de Asturias que sea Letizia, no te pueden quitar a Carla.

—¿Y qué hago? ¿Qué les digo?

—Amenázalas, coño. Sin cortarte un pelo. Nadie, repito, nadie puede interponerse en tu función tutelar como padre. Ni siquiera un juez puede decidir con quién debe estar o no la niña, a no ser que seas un delincuente, un drogadicto, un maltratador o un pederasta. Ni siquiera un juez. La custodia y la patria potestad te corresponden a ti al cien por cien.

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—¿Estás seguro de eso?

—No jodas, Antonio. Soy abogado. Tu hija es tu hija. Otra cosa es que tú decidas no alejarla de su abuela y de su tía. Yo te aconsejo que no separes mucho a Carla de la familia de su madre. Por su educación y por su estabilidad emocional. Tú estás solo en esto. No te va a venir nada mal que te echen una mano. Pero de régimen de visitas regulado, diles que ni soñarlo. Ni siquiera te sientes a negociar.

Fue la última vez que hablé con Antonio Vigo».

Ahora conviene que traigamos a colación a Jaime del Burgo quien sentencia que cuando sucede el trágico final de la vida de Erika el matrimonio está roto y las peleas son continuas. David Rocasolano lo ha conocido cuando Letizia le presenta las capitulaciones.

. Acércate, David. Es Jaime.

.- Perdona, Letizia. ¿Quién es Jaime?

. Jaime del Burgo, un amigo, Nos conocemos desde hace años. Es abogado como tú.

Del testimonio del navarro en el libro «Letizia y yo», de Jaime Peñafiel, son estas reflexiones: «la muerte de su hermana marcó un antes y un después en la vida de Letizia. Me llamó el mismo día, Cogí un avión y llegue al funeral,  Me abrazó llorando, Recuero que le dije: ‘Hay que saber aceptar la voluntad de quienes no quieren estar con nosotros?, Su relación con Felipe estaba muerta. Ella había sacrificado su profesión, su familia, y se había visto en el ojo del huracán. Las diferencias en educación y valores se hicieron visibles. Ahora perdía a una hermana y responsabilizaba a todos del suicidio. Esos días vivimos momentos de gran tensión. Eso no era bueno para la niña, que no había cumplido todavía dos años. Se lo advertí, diciéndoles a los dos, a Felipe y a Letizia: ‘No podéis discutir así delante de la pequeña, ni de los escoltas, ni del servicio. Si queréis mataros, perfecto, os encerráis en un cuarto, y listo. Pero así, no'»-