Enrique de Diego.
Jorge Bergoglio, después de bendecir el aquelarre de Davos y decir que la globalización es un hecho, ha dado un paso más en su absoluto desquicie soltando una patochada buenista diciendo que él cree que el infierno está vacío. ¡Menuda sorpresa se va a llevar cuando vaya, seguro, al infierno con su culo gordo y su oronda figura!
Este patán tiene su lógica perversa pues como anda pretendiendo abolir el pecado, terminas aboliendo el infierno. Pero el usurpador, puesto por la mafia de San Galo, excomulgado latae sententiae, no cambia la realidad, como un vulgar tiranuelo. Bergoglio ha cometido el pecado contra el Espíritu Santo, el único que no perdona. Y tiene un lugar reservado en lo más tenebroso del infierno.
Lugar que han visto para dar testimonio Santa Teresa de Jesús, los tres pastorcitos de Fátima y dos videntes de Medjugorje. No compensa rezar por el porque ese matraca ya está condenado.