Enrique de Diego.
Según el periodista Alvise Pérez, tras el nacimiento de Leonor, de su óvulo, «genera instinto maternal y lo transmite explícitamente en una reunión familiar, algo que provoca que la Reina Letizia entre posteriormente en cólera y decida cortar toda relación con su hermana, prohibiéndole entrar en Zarzuela».
El suicidio de Erika se ha movido en la nebulosa de los misterios inexplicables e inexplicados. Hasta el momento la única explicación que se había dado es la de David Rocasolano de que «la presión mediática se le hacía insoportable», como le comunica a David en su última conversación telefónica mantenida. Nada se nos había dicho de la nota de despedida, en la que el suicida justifica su acción y establece, en todo caso, culpas y responsabilidades. Según Alvise Pérez no hubo una nota, sino tres. «Su hermana (Erika) argumenta estos motivos en al menos una de las tres cartas que deja detalladamente escritas antes de su suicidio el 7 de febrero de 2007, cuando Letizia está embarazada de 7 meses de su 2ª hija».
Esta versión explica muchas cosas que hasta ahora permanecían inexplicadas. El suicidio sucedió así: Eriza pidió dos días en Globomedia, que empezaron a inquietarse al verla faltar al trabajo. Fue Roberto García el que la encontró en la cama muerta, por una ingesta de barbitúricos que le produjeron parada cardiorrespiratoria. Previamente, Erika dejó a su hija Carla en casa de unos vecinos.
Para David Rocasolano, en su libro «Adiós, princesa», fue un suicidio «muy calculado, muy frío, muy poco Erika. Aunque yo ya no estaba en condiciones de decir cómo era entonces Erika». David muestra su extrañeza hacia la frialdad de Letizia en el funeral, donde está «hierática», fría como un témpano de hielo, «no vi correr por su mejilla ni una lágrima». Está como dirigiendo cualquier acto protocolario y «no en el funeral de su hermana pequeña», aunque «tiene una capacidad innata para no expresar sentimientos».
Tanta frialdad ante la pérdida de un ser querido, a los 31 años, sugiere, con lo que sabemos ahora, que ha desaparecido un testigo incómodo.
En un momento del funeral, Antonio Vigo, el ex esposo, el padre de Carla, se encara con el rey Juan Carlos y los demás borbones, y les espeta a voz en grito: «¡Vosotros! ¡Vosotros tenéis la culpa! ¡Tú tienes la culpa, hijo de puta! ¡Vosotros la habéis matado!». David Rocasolano sintió en ese momento «un profundo orgullo de ser su amigo».