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Dinamarca demolerá barrios enteros de inmigrantes ante la inseguridad alarmante

Redacción




Reproducimos la siguiente crónica del diario Expansión: Dinamarca es uno de los países más ricos del mundo. No solo ostenta una de las rentas per cápita más elevadas a nivel global, también ha sido en las últimas décadas uno los países más igualitarios en términos económicos. Una baja tasa de paro, un mercado laboral que funciona como un ‘reloj suizo’, unas políticas activas de empleo que son la envidia de toda Europa y un vasto, pero eficiente Estado de Bienestar han convertido a Dinamarca en el ejemplo a seguir para muchos países. Sin embargo, este país está implementando una política que, quizá, no gustaría muchos de los que quieren seguir el camino danés: el Gobierno socialdemócrata de Dinamarca va a seguir adelante con la demolición de barrios enteros ocupados por ciudadanos ‘no occidentales’, una medida un tanto polémica que, sin embargo, cuenta con gran apoyo dentro del propio país.

Este coeficiente va del 0 al 100. El cero supone que toda la población tiene la misma renta (la igualdad absoluta) y el 100 que solo un individuo ostenta toda la renta del país. Dinamarca ha liderado históricamente este indicador con niveles entre 22 y 25. En los últimos años, el coeficiente de Gini ha subido con intensidad, lo que deja entrever que hay algo que está fallando. Normalmente, sociedades desiguales son sociedades con menor seguridad. Esto está llevando al Gobierno a tomar duras medidas contra los guetos.

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Dinamarca lucha contra los guetos

Así, muchos de los inmigrantes que llegaron desde Asia y África ahora se ven obligados a abandonar sus hogares en virtud de un programa gubernamental que exige efectivamente la integración en ciertos vecindarios de bajos ingresos donde viven muchos inmigrantes «no occidentales».

En la práctica, eso significa que miles de apartamentos serán demolidos, vendidos a inversores privados o reemplazados por nuevas viviendas destinadas a otro tipo de perfiles (y a menudo no inmigrantes), para estimular la integración e impedir que se generen guetos como ha ocurrido en los barrios más peligrosos de Suecia.

El gobierno defiende que el plan tiene como objetivo desmantelar las «sociedades paralelas», que los funcionarios describen como enclaves segregados donde los inmigrantes no participan en la sociedad en general ni aprenden danés, incluso cuando se benefician del generoso sistema de bienestar social del país. Los opositores dicen que es una forma contundente de discriminación étnica y gratuita en un país que tradicionalmente mostraba una baja desigualdad de ingresos y donde la tasa de pobreza en las zonas más humildes es mucho menos pronunciada que en muchos países del entorno.