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Carta del editor: A cada Risto le llega su San Martín

Redacción




Enrique de Diego.

José Luis Mazón Costa es un prestigioso abogado, del que me precio en tenerlo como amigo. Juntos somos invencibles. Durante la etapa de la plandemia necesitaba hablar con él casi todos los días para reforzarme y a fe que lo conseguía. Él me ha descubierto al mariscal Jhukov, héroe de Moscú, de Stalingrado, de la batalla de Kursk y de la toma de Berlín. Amigablemente le llamo Jhukov porque ante un objetivo es implacable. Yo venero al general Patton y su III Cuerpo de Ejército, de su estrategia siempre ofensiva, siempre al ataque, desmoralizado al enemigo, rompiéndole las líneas. No estamos en la misma trinchera por la sencilla razón de que ambos abominamos de las trincheras y somos aguerridos combatientes de vanguardia.

José Luis Mazón.

Con la potencia de fuego mediático a pleno funcionamiento, a cada cual haciendo competiciones por decir la más gorda contra los no timo vacunados, ese tremendo error de ´calculo; los torpes y malditos globalistas habían elegido Austria para imponer a base de mentiras la timo vacunación obligatoria, pero se encontraron en los austriacos una resistencia tenaz y tuvieron que recular; siempre hacen lo mismo: eligen una nación que esperan se dobleguen y si quiebran a esa sociedad entonces generalizan el ataque.

Entonces fue cuando Risto Mejide metió la pata hasta dentro y se proclamó como un vacunazi, dispuesto a ponernos una pegatina y Miguel Lazo, otra bocazas, a favor de partirnos la cara. José Luis Mazón apuntó sus baterías hacia el enemigo y les cayó una magnífica andanada. Entonces Risto nos hizo el juego y contratacó prepotente y desmadejado, como es él, un hombre sin convicciones vendido al globalismo. Mazón le envío la denuncia, para que se enterara. Y él previó su programa «Todo es verdad» sobre la querella de ese osado abogado, que no iba a levantar cabeza. Llamó una chica de producción a José Luis Mazón, quien pro prudencia procesal dijo no estar dispuesto a ir al programa, pero en cambio podía ir el que suscribe presentado como «coautor intelectual de la querella». Mazón, en el cruce de llamadas, me preguntó si estaba dispuesto e inmediatamente le dije que sí. Entonces nos censuraban en todas las redes, en Facebook, en Twitter, e iba a ser una oportunidad de atacar al corazón del enemigo, la casi única vez que se iba a escuchar la verdad. A mí me motivaba saber que tenía mucha gente detrás e intentar que algunos padres entrarán en razón y protegieran a sus hijos de la inyección letal. Mazón, como brillante estratega, había empezado una «danza de la muerte» medieval que me tocaba mí culminar. El programa era en directo; es decir que oiría el mensaje en la primera intervención.

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Se lo puse difícil porque tendrían que ir a mi casa, lo cual significaba que me tenían que enviar allí las cámaras y quedaban horas. A uña de caballo, se desplazó el equipo; Risto había mordido el anzuelo y se le había clavo bien dentro. La televisión es un medio que no tiene secretos para mí, pues convertí «El gato al agua» de Intereconomía en una referencia nacional y en el programa «Dando caña» y en los informativos me llevaban porque siempre marcaba picos de audiencia y arrasaba con el share. Sabía que me dejarían habla en la primera intervención, y ahí me explayé, con capacidad de síntesis, muy preparada, pero aparentemente improvisada. Hablé del gerontocidio necesaria para hacer entrar en pánico a la población y ofrecerles la falsa solución de las timo vacunas, cuyos efectos perversos y su finalidad de eliminar población cite refiriéndome a los grandes genios de la ciencia, como el desaparecido y añorado Luc Montagnier, luego llamé corruptos a los médicos y los expertos que cobraban de ls farmacéuticas, criminales y genocidas a políticos de todo el espectro, a Pedro Sánchez, Isabel Díaz Ayuso y Alberto Núñez Feijoó, para explicar la obsesión con los no timo vacunados, que no nos íbamos a timo vacunar jamás, porque éramos el grupo de irreductibles que quedábamos como testigos del genocidio.

Ya me preparé para estar tranquilo el resto del programa, una vez que había alcanzado todos los objetivos, cuando se cruzó Montse Suárez, a la que conocía bien de Intereconomía donde hablaba en nombre de AUSBANC y ahora se arrastraba de plató en plató haciéndose la progre. Risto la llevó para decir mentiras y desprestigiar a José Luis Mazón. De todo lo que dijo, Mazón lo ha ganado, incluso ha conseguido la proeza de ganar a una jueza litigante. Hice un silencio para captar la atención y dije que quería saludar a Montse, para espetar mi sentencia demoledora: «Montse, ¡qué incompetente eres!». Risto saltó como una fiera, como un gatito sin garras, para decir que con él me podía meter pero no con sus colaboradores, mientras Montse, ahíta de botos hasta las orejas, con su traje de tres tallas menos, quedaba desarbolada. Desde ese momento, ya era el único protagonista del programa y sólo tenía que conseguir que me quitaran la voz. Al terminar, recibí una llamada de José Luis Mazón: habíamos ganado de calle.

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Ahora la noticia es que Risto Mejide y Miguel Lazo, asesorados por la incompetente Montse Suárez quien dijo que concedía a la querella «recorrido judicial cero», se enfrentan a un juicio penal por el que pueden ser condenados a entre 1 y 4 años de cárcel. Mazón consiguió parar la ofensiva de despropósitos de los medios, se tentaron la ropa, acobardados. Ahora sirve de aviso a navegantes, a ver quién se atreve. Por supuesto, han recurrido a la Audiencia de Madrid, pero ya tienen metido el miedo en el cuerpo, ya duermen mal, presagio de lo que les va venir, de la derrota total del globalismo del que ellos son sucios y torpes lacayos.

Para los anales, quedará la victoria de un gran profesional de la abogacía, José Luis Mazón Costa, y un humilde periodista, el que suscribe, contra mundi.

La juez manda a Risto Mejide al banquillo por delito de odio contra los no timo vacunados. Banzai!

Épica y gloriosa primera intervención de Enrique de Diego en el programa de Risto Mejide