Enrique de Diego.
Primero fue un grafitero indignado en el pintorrajeo completamente la sede socialista del PSIE de Burgos con la leyenda «casta política parasitaria» y luego en su discurso de la noche electoral el exitoso libertariano presidente electo de Argentino Javier Milei ha dicho que va a acabar con la «casta política parasitaria». El ignoto artista burgalés y el presidente argentino de la motosierra hete aquí que son ávidos lectores míos y en propiedad discípulos pues yo acuñé el concepto en un celebrado libro mío titulado «Casta parasitaria. La transición como desastre nacional», publicado en 2007, ya lejano en el vértigo de los acontecimientos.
La cuestión es que el modelo Milei no es, por ahora, ni nunca, exportable a España en cuanto el modelo político es mejor, presidencialista con balotaje, mientras aquí la casta parasitaria se ha acomodado fuertemente a un sistema proporcional, con el monarca asegurando a la aristocracia política. En Argentina la inflación es del 140%. Aquí no llega a tanto porque nos financian, el Banco Central Europeo, o sea Alemania, con una deuda del 135% y la consunción de las cuantiosas divisas que entran por el turismo.
Aquí sólo se puede esperar un colapso del sistema y una insurrección general contra la casta parasitaria, que dé paso a un presidente de la república con cinco ministros, sin autonomías, sin senado y con elección solamente del alcalde, y sin parlamentitos de concejales. La sociedad española tiene que sufrir mucho y merecer, regenerarse de golpe y regenerarse cada uno.
Sé como hacerlo, como romper el nudo gordiano, tengo la experiencia pionera de la Plataforma de las Clases Medias y del partido Regeneración. Soy el único que puede salvar la situación, pero preciso que la nación plebiscitariamente me lo pida y acida a mí. Mientras tanto, voy a esperar, me he comprado palomitas. Cuando la nación se desangre desesperada acudirá a mí y si no sucumbirá. He dicho. No lo volveré a repetir.