Enrique de Diego.
Es usted, obispo Joseph Strickland, un hombre de fe, marcado por la injusticia y tiranía del cojón del anticristo, el infame Bergoglio, con una devoción a María que epata y entusiasma, con otra devoción a la Eucaristía tierna y recia a la vez. Elevo mis oraciones por Usted. Me gustaría ser un diocesano, un cristiano corriente de Tyler, Texas, porque sé que es un hombre bueno, enamorado de Jesús y del Evangelio. No se sienta solo, pues hay millones, cientos de millones detrás de Usted. Cada vez más.
Le he visto, Joseph Strickland, recién cesado por el Papa Francisco como obispo de la diócesis de Tyler, cuando se encontraba en Baltimore para asistir a la Asamblea de otoño de los obispos de Estados Unidos. El satánico y modernista, lo cual es una redundancia, le ha quitado de su cargo en una decisión insólita tras negarse el obispo previamente a dimitir. Las prisas por tomar una decisión rápida tenía como trasfondo que Usted no llegara a participar en esta Asamblea de obispos. A pesar de ello, el ahora obispo emérito de Tyler acudió con unas pocas docenas de personas afuera del hotel donde la reunión tenía lugar para rezar el Santo Rosario.
Ese arma inigualable para estos tiempos sombríos de general apostasía de la clerigaya que Usted venera y que lo sostiene en estos tiempos de penumbra. Ha dicho, emocionado y emocionante, que “El rosario ha cobrado para mí una vida realmente asombrosa”.
Es usted un mártir en vida, nimbado por la aureola de los confesores, porque acierta usted al decir que su destitución se debió a su apoyo a la “verdad del Evangelio” “La única respuesta que tengo a eso es porque las fuerzas en la Iglesia en este momento no quieren la verdad del Evangelio”.
“Él [Jesús] no se transforma en un ser diferente del que era cuando murió en la Cruz y resucitó por nosotros. Él es el mismo Señor; Él es el Camino, la Verdad y la Vida, y aquellos que quieren cambiar eso, por un día, en términos de historia humana, tenemos que vivir a través de este día, pero es un momento que pasará, y la verdad prevalecerá”,.
Bellas palabras, hermosas palabras, santas palabras. Estad usted contra los nicolaítas, que el Señor execra en el Apocalipsis, pero ha llegado la hora de rebelarse contra el impío usurpador. Bergoglio es el producto del asalto al Papado de la mafia de San Galo, está excomulgado, por tanto, latae sententiae, son nulos todos sus actos. Se entrevistó para manipular el Cónclave con dos escorias inmundas llegadas al cardenalato, Cormac Murphy O’Connor y Theodor McCarrick y convinieron, hombres sin fe, contumaces pecadores contra el Espíritu Santo, pecado que no se perdona, con lo que están ya condenados, esputos de satanás.
Lo ha escrito Michel J. Matt, editor de The Remnant, un periódico católico norteamericano, y no puedo por menos que refrendar lo escrito; “Esto es la guerra total. Francisco es un peligro claro y presente no sólo para los católicos de todo el mundo, sino también para el mundo entero. Ahora parece que está intentando activamente enterrar la fidelidad a la Iglesia de Jesucristo. Que sea anatema”.
Rebélese contra el cojón del anticristo. No abandone su diócesis. Ha llegado el momento de la Verdad. Sea fuerte. Sea fiel hasta el final, obispo Joseph Stricland. Rezo porque lo sea.