Enrique de Diego.
En 1996 publique «Privatizar las mentes» diagnosticando y denunciando que la sociedad española había evolucionado más y marchaba hacia el colapso sistémica. Los improductivos, en primer lugar los políticos, se habían expandido tanto que amenazaban con romper el equilibrio con los productivos, saqueados fiscalmente. Demasiado gente vivía del Estado en puestos onerosos. Urgía tomar medidas para tomar medidas fuertes que restablecieran ese equilibrio antes de que el Estado quebrara. Lanzado el mensaje entendí que el Estado tomaría medidas antes de ser un Estado fallido.
En 2007 lancé mi libro «El manifiesto de las clases medias» en el que mucha gente vio reflejada la deriva de nuestra sociedad. Los políticos estaban comprando el voto en grandes cantidades colocando a familiares , la maldita «Casta parasitaria», e instalando a dosis crecientes de la sociedad en formas de subsidio. Todo ese representaba el expolio de la clases medidas abocadas a su desaparición y a su proletarización, mediante una presión fiscal aniquiladora.
La sociedad española ha ido a peor, con eso que llaman la transición como gran desastre nacional, y se encuentras en los últimos estadios, más bien en el último estadio de sus contradicciones internas. Hemos entrado en el Estado fallido, con la independencia de Cataluña asomando, y en una sociedad fallida. España como problema irresoluble. Ha entrado en una dinámica vertiginosa en la que todo sucede racionalmente y marcha hacia el precipicio sin bridas, ni instituciones moderadoras del desastre, muerta la monarquía.
Llegado a este punto sin retorno, la sociedad española ha de atravesar por etapas de sufrimiento, hasta que llegue la solución que yo sólo conozco pero me callo por ahora, porque tienen que sucederse los acontecimientos en cascada, por su estricto orden: 1.- Manifestaciones ante las sedes socialistas; 2.- Extensión del conflicto; 3.- Desesperación e independencia de Cataluña; 4.- Revuelta; 5.- Solución.
Toda vez que no se tomaron medidas cuando avisé en «Privatizar las mentes» y «El manifiesto de las clases medidas», ahora se ha desatado una guerra total por las almas, una guerra entre el bien y el mal, que tiene su paradigma relativista en el infame Jorge Bergoglio y en su sínodo de la satanidad para destruir a la Iglesia, baluarte en otros tiempos de la moral y de la ética de la propiedad y del trabajo, En la Iglesia se va a dar la batalla decisiva contra el globalismo, y esto va exigir -visto el fallo sistémica de una población que se ha dejado confinar, que ha dejado matar a los ancianos y que acudió en masa a inyectarse un veneno letal- un cambio en las conductas, evitar el pecado, orar y hacer penitencia; salir del vicio en el que aparece sumida la sociedad española y la europea para entrar de lleno en la virtud. Esta guerra por las almas va a ser muy difícil pero la vamos a ganar.