Enrique de Diego.
Todos tranquilos, Felipe, más conocido por el felpudo, salvará esta situación gravísima para la unidad de España, por la cuenta que le trae, porque se juega el puesto, y no ha pegado un palo al agua en su vida, porque la satánica o satanista de Letizia no aguantaría ni dos días con este bufón de la agenda 2030. Y a su Leonor le va a tocar hacer el examen de ingreso en la Academia de Zaragoza y no lucir el uniforme devaluado de mercenaria. 
Al fin y al cabo, su único oficio consiste en representar la unidad de la nación y arbitrar entre los tres poder, que están todos mezclados, hechos un mejunje.
Lo primero que puede hacer es no nominar a Pedro Sánchez como candidato, pero el felpudo pazguato tragará. Después puede no firmar la non nata ley de amnistía aduciendo su manifiesta anticonstitucionalidad pero la firmará. Más tarde puede no firmar el referéndum, que es competencia suya, pero lo firmará.
En ocasión memorable, publiqué «La monarquía inútil», de honda repercusión, denunciado la patente corrupción de Juan Carlos, y ser el autor del golpe de Estado del 23 F, explique que eso de que la monarquía no ha generado una aristocracia de la sangre es cochina mentira, porque ha creado una aristocracia híper dimensionada, la de los políticos, que por ser de la sangre, se ha tornado casta parasitaria, en un proceso lógico después de la transición como desastre nacional.
El sistema de casta ha llegado a su último grado de contradicción interna. El sistema está estallando ante nuestros ojos a una velocidad acelerada. Porque tras el acuerdo de PSOE con Junts la monarquía ha muerto. Como dijo Ortega: Delenda est monarchia.