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Federico ordena a César Vidal: “Mata a Centeno”

Redacción




Luis Bru.

Reproducimos un capítulo de «La gran traición» de Enrique de Diego, a la venta en Amazon, donde se narra la historia jamás contada de traiciones que motivaron la salida del gran César Vidal de Libertad Digital SA:

Lo primero que comentan los analistas de empresas y los contables experimentados, antes incluso de entrar en la caótica contabilidad de Libertad Digital, llena de tejemanejes, es que se trata de una empresa personalizada y, por tanto, cualquier inversión –Losantos precisa continuas ampliaciones de capitales- es de alto riesgo.

Si, por ejemplo, Federico se quedara mudo, Dios no lo quiera, la empresa se vendría abajo, dejaría de tener sentido; no tiene sustituto, no hay realmente equipo; su personaje ha atrapado a Losantos y amenaza con deglutirlo a corto plazo, en un año. Sirva esta reflexión para valorar en toda su dimensión el mobbing al que fue sometido César Vidal y que terminó por desembocar en su salida el viernes 12 de julio de 2013.

Federico Jiménez Losantos. /Foto: larazon.es.

Queda mucha tela por cortar y mucho agua por correr bajo los puentes, y habrá que rebobinar en próximas entregas, pero hay un momento que actúa como detonante, como un estallido de fulgor. Uno de los momentos decisivos para que César Vidal reconsiderara su continuidad es cuando en una tertulia de economía en la que el Catedrático de Economía, Roberto Centeno estaba contando –por cierto, con más moderación de la habitual- algunas conductas intolerables de La Caixa, Federico Jiménez Losantos envía un SMS a César Vidal ordenándole: “mátalo”.

César Vidal y Roberto Centeno. /Foto: larazon.es.

César Vidal es el descubridor para los medios de comunicación de Roberto Centeno, que sigue ilustrando a la audiencia en el programa actual de Vidal, La Voz. Susanna Griso, musa en decadencia de la corrección política, que siempre se ha portado bien con él, que no le ha silenciado, le ha dicho en alguna ocasión que “te pierden las formas”; un recurso fácil y manido del sistema contra sus críticos. Lo que no le pierde nunca a Centeno es el fondo. Por algunas extrañas razones –porque puede permitírselo, por patriotismo y por vergüenza torera- la mente lúcida y el verbo fácil de Roberto Centeno están puestos al servicio de la verdad y en economía es la máxima y mejor referencia nacional; es prácticamente la única, porque eso de los economistas forman parte de la corte lacayuna de las élites depredadoras.

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Roberto Centeno./ Foto: ramblalibre.com.

Hemos dejado a Losantos ordenando enfebrecido e iracundo a Vidal que actúe de inmediato de sicario y que le levante la tapa de los sesos, en vivo y en directo, a Centeno; que le retire la palabra, que le silencie, que le condene al ostracismo. César Vidal no hace caso y el programa sigue. El agitado Losantos debe pensar que es que César no se ha enterado de cuál es el objetivo que le ha marcado para que actúe con rapidez. Así que Federico envía otro SMS más explícito: “mata a Centeno”.

¿Qué sucede? ¿Qué horrible crimen ha cometido o está cometiendo el bueno de Centeno para merecer la inmediata ejecución sumaria? ¡Losantos estaba negociando el contrato de publicidad de La Caixa! O sea mucho criticar el nacionalismo catalán – con razón – pero, a la hora de la verdad, Federico Jiménez Losantos se arrodillaba delante de La Caixa que es parte esencial del entramado del nacionalismo catalán porque ponía publicidad en Es. Radio. Era como criticar a la vecina del 5 D porque se acuesta con el novio y tú que estás casada te lo montas con el butanero.

César Vidal, en el estudio de Es.Radio. /Foto: periodistadigital.com.

Cuenta una vieja fábula que soltaron un faisán en un gallinero y todas las gallinas se quedaron admiradas del hermoso plumaje del faisán, que se mantenía distante y altanero. Hasta que llegó la hora de la pitanza y al aparecer el alpiste, el faisán se lanzó con la misma voracidad que las gallinas.

Fue entonces, ante esa histérica mente criminal, cuando César Vidal comprendió que Federico Jiménez Losantos era como el faisán de la fábula, que no era mejor moralmente que otros comunicadores y que quizá incluso en algunas cosas podía ser peor. Y, además, de manera muy dolorosa, hubo de percatarse de que la amistad es un concepto que desconoce realmente. Federico sólo se lleva bien con él mismo y ni aún eso está claro.

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