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Carta del Editor: El pecado reiterado contra el Espíritu Santo en el sínodo satanista

Redacción




Enrique de Diego.

Bergoglio pactó con la mafia de San Galo, que se reunía anualmente en dicha localidad suiza, de herejes modernistas, como los nicolaítas de los que abomina Dios en el Apocalipsis, su acceso al Pontificado lo que representa la excomunión latae sententiae establecida en el Universi Domini Gregis de San Juan Pablo II.

Las pruebas está claras porque los satánicos son muy bocazas: el cardenal Godfried Danieels explicó en la presentación de su biografía oficial que se hacían llamar la «mafia» y el cardenal norteamericano Theodor McCarrick expuso en una conferencia como él y el cardenal Cormac Murphy O´Connor se reunieron con Bergoglio para manipular el Cónclave.

Ese hecho decisivo está contada con pelos y señales en mi libro fundamental «Bergoglio, el cojón del anticristo» y constituye el pecado contra el Espíritu Santo que, según Cristo, no se perdona, no tiene perdón de Dios e implica la condenación eterna, como es tratar de pervertir la Iglesia socavando todo su contenido sobrenatural.

En el sínodo de la satanidad hay un clima patético de pecado reiterado contra el Espíritu Santo de forma que la abolición de todo pecado, especialmente contra el sexto mandamiento, como fornicar fuera del matrimonio, incluso de forma continuada cayendo en la herejía y superstición del divorcio, o cometer el pecado contra natura ayuntándose con personas del mismo sexo, pasan a ser hechos positivos, los satánicos del sínodo tratan de colarlos como nueva Pentecostés guiados por el Espíritu Santo, normalmente citado por estos heresiarcas que no creen nada por el Espíritu.

El cardenal Múller, que ya está sobrando en el asqueroso aquelarre, ha descrito muy bien el tono bobalicón con que se cita y se ofende al Espíritu y la intención evidente de «convertir en una onegé al servicio de la agenda 2030 a la Iglesia de Cristo».

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El cardenal Karl Lehman, en un rasgo de sinceridad, afirmó que «yo no creo en la Iglesia Católica». Pues en el sínodo de la satanidad, empezado por Bergoglio casi ninguno cree en nada, salvo en la mentira climática, en el «acto de amor» de la timo vacunación genocida y en el poder lacayuno, todo mezclado con referencias vaporosas al Espíritu, que más se refieren a satán, su amo, que al Espíritu Santo, Tercera Persona de la Santísima Trinidad. La ordenación inválida a todas luces de las mujeres como diaconisas y sacerdotisas es otra de las brutales herejías que estos desgraciados van a sacar adelante.

Como bien ha dicho el obispo holandés -todavía queda alguna gente decente en Holanda- Rob Mutsaerts: «El Espíritu Santo no tiene nada que ver con esto». Pero nada de nada. Veni Sancti Spiritus, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.