Enrique de Diego.
Pedro Sánchez, presidente en funciones que va a revalidar su mandato mediante concesiones que van a poner al sistema patas arriba con todas las costuras rotas, incluida la del monarca, es y será un presidente ilegítimo porque es culpable de genocidio y crímenes de lesa humanidad. En la más mentirosa y manipulada operación de eliminación de población es el principal culpable de dictar un confinamiento salvaje que fue declarado anticonstitucional, del gerontocidio de 140.o00 personas, ancianos la inmensa mayoría, y de la masacre de las timo vacunas, en donde la sobremortalidad en España triplica la de la Unión Europea.
Además -y en eso tiene razón otro globalista, Alberto Núñez Feijoó- es el claro perdedor de las elecciones y se dispone a conformar un gobierno Frankestein más endeble que el anterior, obligado a hace cesiones que van a hacer saltar lo que queda de la Constitución de 1978: amnistía y autodeterminación. Es un candidato a presidente muy minoritario en el conjunto de España que sólo se sostiene con los votos del PSC y de los separatistas catalanes. No tiene autorictas para tomar decisiones sobre el resto de España y menos sobre su textura vital.
Sin embargo, lacayo hasta la náusea de los perores globalistas como George Soros, el tarado genocida de Bill Gates, a cuya fundación donó 130 millones del contribuyente español, Larry Flink, Albert Bourla…a los que ha rendido servil pleitesís, sigue empeñado en provocar un estruendoso «efecto llamada» para la invasión de España y la sustitución de la población blanca de origen cristiano por otra africana e islamista, como es el designio de la Open Society. Este hecho es objetivo y no depende de la voluntad de sus actores. Son jóvenes con preparación militar que no huyen de ninguna guerra ni de ninguna crisis humanitaria, y que tras cruzar ilegalmente la frontera reciben un trato de lujo.
Pedro Sánchez, el psicópata, está tomando decisiones para los que no tiene ninguna legitimidad ni autocritas, por ejemplo, en Castilla y León alojando a los invasores en el Balneario Palacio de Las Salinas de Medina del Campo, donde ciertamente su posición política es endeble, pues frente al 41,29% de los votos del PP, sólo cuenta con el 27,56% de apoyos socialistas y el 8,57% de Vox. En las locales, en todo Castilla y León el PP consiguió 507.929 votos por 400.471 del PSIE y 96.272 de Vox, siendo en las autonómicas la derrota más clara, con un claro sentido minoritario: el PP obtuvo 378.896 votos, por 362.304 el PSOE y Vox, 212.605, con una clara ventaja para el bloque de derechas, tal y como se identifica a los partidos el sistema.
Descartado el pacto o acuerdo PP-PSOE, al que parecían llamados los dos partidos globalistas, porque significaría el sacrificio de uno de los dos líderes, y la manifestación completa de la farsa del sistema, Pedro Sánchez está jugando con fuego echándole gasolina. Todas sus ideas frente a la invasión, si se pueden llamar así, son auténticas estupideces; sus consignas son retórica vacua, descalificaciones vacías de contenido que ya no asustan a nadie, y su discurso es un auténtico suicidio. Un incremento de los turistas indeseables, de los jóvenes de Marruecos y Senegal, se van a traducir en un aumento exponencial de la violencia de género y en un incremento del fanatismo.
Medina del Campo, cuya población se ha incrementado en más del 2%, vive con miedo y angustia está invasión financiada por las futuras víctimas, en decisiones tomadas por un presidente ilegítimo, vendido a poderes satánicos que dice que hace de la necesidad, virtud y de las fronteras porosas una de la señas de identidad de su falta de proyecto o de su proyecto perverso: el suicidio de España y la desprotección y sustitución de los españoles en nombre de un multiculturalismo que sólo incuba los cuatro jinetes del Apocalipsis. Al final, violencia y guerra.