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Carta del Editor: Parece un chiste, pero es verdad

Redacción




Enrique de Diego.

Tiene nombre, aquí lo cito con inciales, L. C., porque así me lo pidió él. Vive en Los Palmerales, el barrio marginal de Elche. Es cocainómano, bravucón y buena persona hasta que se mete el diablo de la droga en la cabeza y entonces miente siempre y a conciencia, sin poder parar. Entonces vende a su padre por un poco de farlopa. Conoce a jueces, periodistas y políticos consumidores y me ha dado los nombres todo ufano. Parece un hombre de la picaresca española moderna. Tiene un larga trayectria empresarial no existosa por la maldita droga, hasta haber caído en lo más bajo del hampa y de la escala social. Pero me sorprendió cuando me dijo que «voy a votar al PP» y cuando me espetó sobre la timo vacuna que «yo soy la manada y me pongo todo lo que haya que ponerse». Sin embargo, pude evitar que se pusiera la timo vacuna del herpes zoster, para lo cual se documentó y la médica le dijo que no hacía falta que se la pusiera. Pero no le conocía, cuando adicto también a la droga de la televisión, acudió a la Institución Ferial Alicantina e hizo las colas interminables para ponerse la pauta completa de Pfizer, ni cuando acudió a ponerse la primera dosis de refuerzo a su centro de salud, ni la segunda.

Está muy machacado para su edad, al comienzo de los sesenta, y no me sorprendió demasiado cuando me informaron que había sido hospitalizado en el Hospital General de Elche, ahora Universitario, en el de siempre, antes de que hicieran el Hospital del Vinalopó. La hospitalización era debido a que perdía gran cantidad de sangre en las deposiciones. Días antes, cuando acudió a Urgencias, le diagnosticaron una anemia galopante. Me temí lo peor y aún lo temo. Pero  la sorpresa ha sido que cuando ha ido a visitarle un conocido a la salida me ha dado el diagnóstico por el que está hospitalizado y aislado como un infeccioso: por ¡coronavirus!

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Después de cuatro timo vacunas, la pauta completa y dos dosis de refuerzo, y porque no le han llamado a más, resulta que las timo vacunas no sirven para nada, no inmunizan, no evitan la transmisión, son un estricto y peligroso timo. Deduzco que le han hecho una PCR, que no sirve para nada y han desucbierto que ha dado positivo porque le han inyectado con la proteína Sipke y a eso le llaman la enfermedad de coronavirus. Se la han inyectado ellos. Deduzco que las subvenciones de la Unión Europea siguen coleando para el Hospital: por hospitalización, por UCI y por óbito.

Las andanzas de L. C.. de la picaresca moderna española, toxicómano, cuando le acucía la droga no conoce a nadie, pueden haber llegado a su fin por ser de la «manada». Parece un chiste pero es verdad: cuatro dosis de Ursula Pfizer y ¡coronavirus! Él, que siempre echaba de menos una «terapia de sueño» que le hizo feliz, porque le permitió dejar la droga un tiempo, puede tener una «terapia de sueño eterno».