Enrique de Diego.
En la Galicia que yo conocí y amé tanto, y aún más pues la nostalgia, la morriña nunca te deja y te acicatea el corazón con punzadas inenerrables; digo que en la Galicia que tanto amé -allí hizo el servicio militar y juré bandera en el CIR de Figairido para luego recalar en Capitanía General, haciendo guardia entre magnolios del jardín y la playa de Riazor o admirando la románica Iglesia de Santiago- había una desconfianza atávica hacia el poder político, que, por lo visto en el engaño de la plandemia, se ha perdido y una relación esotérica y de unción con la muerte: las Iglesias roeadas por su cementerio, las procesiones con la mortaja, la santa compaña de las benditas almas del Purgatorio…El funeral y el entierro eran todo un acto social que no se perdonaba al que no asistiera.
Esa Galicia desconfiada ya no debe existir. Porque se ha dejado pisotear y vejar y matar, porque ha tenido que optar por eslcavitud tiránica; no se podía entrar a un bar a tomar una taza de ribeiro con un pulpo da feira sin la marca de la bestia…Era un campo de concentración y de exterminio en toda la tierra gallega. ¿Qué les ha pasado a los gallegos de esta gneración para plegarse a un cacique de cuarta como Alberto Núñez Feijoó, feijolito, el mayor exterminador de gallegos que se conozca? En su abyecto afán por lamer el culo a sus amos globalistas, en su afán por destacar por ser el más amoral y el más psicópata para significrse por sus harapos y hacerse merecedor de su ansiada presidencia del Gobierno, Feijolito tiene ya una página en la historia más tenebrosa de Galicia.
Este pobre hombre con aires de enterrador que ama el olor de los cadáveres llevó a la borregada gallega a una auténtica masacre, sin parar en escrúpulos morales para ver acabar a uno de sus más estrechos colaboradores fulimando en su despacho. La matanza perpetrada por Alberto el timo vacunador, más eficaz y más cruel que Jack el destripador, tiene cifras, es cuantificada por los tanatarios de Galicia que constatan un 20% de sobremoralidad sobre lo normal, señala la híper subvencionada La Voz de Galicia, quien destaca que el proceso se inició a finales de año de 2022, pero no extrae todas las conclusiones, como que es consecuencia de la timo vacunación impuesta por el vacunazi Alberto Núñez Feijoó, quien pretendía timo vacunas a todos obligatoriamente bajo multas de 60.000 e impuso un régimen de terror con el totalitario pasaporte Covid. La tendencia de sobremortalidad se inició a finales del 2022 en Boiro y Rianxo y sigue en A Pobra y Outes.
Y seguirá mucho tiempo más haciendo estragos entre los borregos por culpa de un lacayo que en otra sociedad ya estaría entre rejas esperando el juicio sumarírimo y en vez de eso, en este mundo de locos loquísimos, que ha dado la espalda a Dios y juguetea con el diablo, está a la espera de unas eleciones generales en las que confía resultar ganador. Victoria, en todo caso, pírrica. El mismo feijolito que va derogar la ley trans que él mismo implantó en Galicia. Alberto Núñez Feijoó, el exterminador, el mentiroso, que tiene en el PP una maquinaria de poder sin principios, una auténtica cloaca.